Hecho real: Gabriel, el niño que volvió a jugar gracias a la ciencia y la fe

Milagro en la cancha: El niño con meningitis bacteriana que volvió a jugar fútbol gracias a un tratamiento olvidado

Por Ramiro Estrella
Director de Apunte.com.do

Hay películas que entretienen, otras que informan, y algunas pocas que conmueven hasta lo más profundo del alma. Inexplicable, el drama brasileño estrenado en Netflix, pertenece a esa última categoría. Basada en hechos reales, narra la historia de Gabriel Varandas, un niño de ocho años que fue diagnosticado con un tumor cerebral maligno y, posteriormente, víctima de una severa meningitis bacteriana.

Lo que sigue es un testimonio de fe, ciencia y milagro.

¿Qué es la meningitis bacteriana?

La meningitis bacteriana es una infección grave de las meninges, las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal. Provocada por bacterias como el Neisseria meningitidis o el Streptococcus pneumoniae, esta enfermedad puede causar la muerte en cuestión de horas o dejar secuelas neurológicas irreversibles.

En niños, los síntomas pueden incluir fiebre alta, dolor de cabeza, rigidez en el cuello, confusión, vómitos y, en los casos más graves, pérdida de conciencia. La rapidez con que avanza hace que el tiempo sea el factor más crítico. Actuar tarde puede ser fatal.

Una historia real que superó a la ficción

Inexplicable —dirigida por Fabrício Bittar y protagonizada por Miguel Venerabile como Gabriel, junto a Letícia Spiller y Eriberto Leão como sus padres— nos transporta a los pasillos de un hospital donde la ciencia llega a su límite.

Gabriel, después de múltiples tratamientos por su tumor, sufre un colapso mientras juega fútbol. Inmediatamente es llevado a emergencias y diagnosticado con meningitis bacteriana en estado avanzado. Su condición es descrita por los médicos como irreversible. Nadie esperaba que sobreviviera.

El tratamiento olvidado

Es entonces cuando entra en escena el personaje del Dr. Christian Diniz, interpretado por André Ramiro. Este médico, conmovido por la historia del niño, propone algo inusual: aplicar albúmina inyectable, un tratamiento que había sido utilizado en el pasado para estabilizar pacientes graves, pero que fue descartado por su bajo índice de efectividad.

La albúmina es una proteína de la sangre que ayuda a mantener la presión osmótica y el volumen circulante, factores cruciales en pacientes en estado crítico. Sin embargo, había sido prácticamente retirada del arsenal médico para estos casos, por considerarse ineficaz en estudios modernos.

En la cinta, y en la vida real, una doctora del centro se opone firmemente. Pero el pronóstico era tan devastador, que al final accede. No quedaban opciones. Era un último intento desesperado por evitar que Gabriel se convirtiera en otro nombre en una estadística médica.

El milagro que conmovió a Brasil

Siete días después de iniciar el tratamiento, lo imposible ocurrió: Gabriel comenzó a mejorar. Sus signos vitales se estabilizaron. Abrió los ojos. Respondió a estímulos. Contra todo pronóstico, el niño regresó de las sombras.

Semanas después, fue llevado en silla de ruedas a un partido de fútbol escolar. En una escena tan real como cinematográfica, se levantó solo y pidió jugar. Corrió. Sonrió. Jugó. Volvió a vivir.

Ciencia, fe y humanidad

Inexplicable está basada en el libro El niño que quería jugar al fútbol, escrito por el periodista Phelipe Caldas. Su testimonio no solo cuenta una recuperación médica, sino que desafía los límites entre la ciencia médica y la intervención divina. Porque, aunque se aplicó un tratamiento médico, muchos —incluyendo el personal de salud— no dudan en llamarlo un milagro.

No se trata de promover tratamientos obsoletos ni de ignorar la evidencia científica. Esta historia es una lección de humanidad: a veces, incluso la medicina necesita de esperanza, de un acto de fe, y de recordar que no todo está escrito en los libros de texto.

Reflexión final

Desde este rincón del periodismo, donde también creemos en los hechos y en el alma humana, celebramos historias como la de Gabriel. Nos recuerdan que, aunque el mundo avanza entre algoritmos y protocolos, aún hay espacio para lo extraordinario, para lo humano, y para que la vida —cuando menos lo esperamos— nos regale una segunda oportunidad.

Fuente:IAhttps://chatgpt.com

Te podría interesar

Deja tu comentario