Los órganos de los que podemos prescindir

El cuerpo humano es una máquina maravillosa, ¿quién lo duda? Hay órganos cuya concepción y funcionamiento superan largamente a cualquier artefacto creado por el hombre.

Pero hay excepciones. Así como hay órganos sin los cuales no podríamos vivir, hay otros de los que sólo nos enteramos de su existencia cuando nos duelen. El bazo, las amígdalas, el apéndice, la vesícula, son algunos de los productos prescindibles de nuestro organismo.

Cuando corremos y sentimos un dolor punzante en el costado superior izquierdo del abdomen, ése es el bazo. Descubrimos que existe el apéndice cuando tenemos que salir corriendo a que nos lo saquen. En una época, los pediatras recomendaban extirpar las amígdalas que tanto molestaban a los niños. Hoy existe un ejército de sobrevivientes sin amígdalas.

En una escala intermedia, están aquellos órganos que no hacen falta que estén completos para que podamos subsistir. Es posible vivir sin un riñón... y con medio pulmón parece que también. Nos pueden achicar los intestinos si hiciese falta.

Un párrafo aparte merece la vesícula biliar, más conocida por los potenciales problemas que puede ocasionar que por sus beneficios para nuestra salud. En ese distrito del cuerpo, se asientan los cálculos (piedras) que obstruyen la vía biliar y generan patologías inflamatorias que, en algunos casos, pueden eliminarse con medicamentos y en muchos otros deben tratarse quirúrgicamente.

Sólo alguien que haya experimentado el dolor de un cálculo puede decir lo mal que se acordó de su vesícula en esos dramáticos momentos.

Envenenamiento lento. Cacho Yerom, asesor internacional de esta columna, con escasos pero bien consolidados conocimientos biológicos, nos aporta una reflexión sobre nuestro organismo: “El cuerpo del ser humano está preparado para vivir 130 años. La muerte sobreviene por envenenamiento lento: mala alimentación, sedentarismo, estrés, tabaco y alcohol, mucho alcohol”.

No es casualidad que Yerom haya puesto énfasis en los riesgos de la ingesta de alcohol, ya que, lamentablemente, aún está luchando contra esta adicción.
Incluso hay quienes, injustamente, aseguran que sus semblanzas son proferidas luego de ingerir vino mezclado con una bebida cola.

Pero más allá de la polémica con nuestro asesor estrella, hay cosas que no se discuten: no se puede vivir sin cerebro, sin médula espinal, sin hígado... Pero hay quienes dicen que hay gente desalmada que puede prescindir de su corazón.
lavoz.com.ar
 

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