Según la OMS, con estas nuevas orientaciones los infectados con esta enfermedad viral tendrán más posibilidades de sobrevivir y recuperarse.
Ginebra.- La Organización Mundial de la Salud (OMS) emitió hoy una nueva recomendación para el uso de dos tratamientos con anticuerpos monoclonales contra el ébola, cuya mortalidad es del 60 al 80 % y de la que surgen brotes regulares en África, aunque se ha visto que es capaz de llegar a otros continentes.
Los tratamientos con los anticuerpos monoclonales Ebanga (Ansuvimab) e Inmazeb son desde ahora "fuertemente recomendados" tras observarse en ensayos clínicos que son eficaces y seguros.
Los anticuerpos monoclonales son proteínas fabricadas en laboratorio, que actúan como anticuerpos en el sistemas inmunitario.
Al mismo tiempo, la OMS declaró que los tratamientos con el antiviral remdesivir y con ZMapp, un fármaco compuesto por tres tipos de anticuerpos monoclonales, "no deben usarse para tratar a pacientes" con ébola, una enfermedad mortal en la mayoría de casos, sobre todo cuando no es diagnosticada en una fase temprana y sus síntomas no son tratados rápidamente.
Los ensayos clínicos que han permitido dar con estos tratamientos -que no existían hasta ahora- se realizaron durante los brotes más recientes en Africa, en particular en la República Democrática del Congo, que es donde más frecuentemente aparece, explicó a la prensa la responsable de la unidad de gestión clínica para emergencias en la OMS, Janet Díaz.
Estos tratamientos forman parte de la actualización de las instrucciones de la OMS para tratar el ébola y que incluyen cuestiones relativas a la nutrición, el alivio del dolor y la consideración de otras enfermedades en el paciente.
Según la OMS, con estas nuevas orientaciones los infectados con esta enfermedad viral tendrán más posibilidades de sobrevivir y recuperarse.
En este caso los anticuerpos monoclonales podrán usarse en grupos vulnerables, como personas mayores, mujeres embarazadas y lactantes, niños y recién nacidos de madres con ébola.
Este es considerado un gran avance, pero el desafío es su coste y, por tanto, la posibilidad de que los pacientes en países pobres tengan acceso a este tipo de sofisticados tratamientos, que también han mostrado ser eficaces contra la covid-19 y otras graves enfermedades.