Edimburgo (Reino Unido).- Científicos escoceses han alertado de que todavía pueden detectarse en humanos más casos de la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, en conexión con el brote de las “vacas locas” que se produjo hace tres décadas.
En un documental emitido por la cadena BBC, el neurólogo escocés Richard Knight dijo que todavía existen personas que estarían infectadas con esta patología, aunque su contagio estaría “en silencio”, al no haberse manifestado todavía.
El documental muestra cómo el Gobierno británico no logró impedir que la carne de vaca infectada con encefalopatía espongiforme bovina (EEB), conocida popularmente como enfermedad de las “vacas locas”, entrara en la cadena alimentaria humana.
Desde 1996, 177 personas han muerto tras contagiarse de Creutzfeldt-Jakob, mientras que más de cuatro millones de vacas han sido sacrificadas.
Los expertos indicaron que esta patología ataca progresivamente al cerebro, pero puede permanecer inactiva durante décadas, de ahí que treinta años después de que en 1989 se detectara el primer caso de vaca loca en el Reino Unido, pueda haber todavía gente infectada.
A pesar de que ha habido décadas de investigación, la patología sigue siendo incurable y tampoco existe forma de determinar si una persona es portadora.
“Una de las cosas que no está clara es cuánta gente en el Reino Unido está infectada sin saberlo. Cada predicción que tenemos sugiere que habrá más casos”, señaló Knight.
El profesor de Neuropatología en la Universidad de Edimburgo Colin Smith precisó que, aunque no debe generarse “una gran alarma”, es posible que décadas después, gente que estuvo expuesta a “alimentos infectados a finales de los ochenta o principios de los noventa” comience a presentar “síntomas de la enfermedad”.
Se estima que el escándalo de las vacas locas costó al servicio público de salud británico más de 1000 millones de libras (más de 1113 millones de euros/1250 millones de dólares) y tuvo un impacto muy significativo en la industria británica de la carne vacuna.
El último caso de vaca loca -el primero en detectarse en una década- se produjo en una granja escocesa en octubre del año pasado, pero las autoridades informaron de que el animal enfermo no ingresó en la cadena alimentaria y que no representaba una amenaza para la salud humana.