Descubren en cuatro fármacos ya activos una prometedora llave contra la artrosis

En los años 90 Pfizer dio la campanada al explotar como tratamiento frente a la disfunción eréctil el sildenafilo. Bajo el nombre comercial de Viagra, aquella molécula inicialmente orientada a la terapia de la angina de pecho y de la hipertensión pulmonar había demostrado su utilidad en un campo distinto. La patente de la Viagra es uno de los casos más populares de lo que se conoce como reposicionamiento de fármacos: aquella investigación encaminada a encontrar indicaciones alternativas a las ya conocidas permitiendo reutilizar en nuevos problemas de salud medicamentos ya autorizados y en uso.

En ese campo de búsqueda —asistida siempre por un doble conocimiento de los procesos profundos implicados en cada patología y las potenciales propiedades del arsenal terapéutico ya conocido—, el Grupo de Patología Musculoesquelética del Instituto de Investigaciones Sanitarias de Santiago (IDIS) ha identificado efectos prometedores frente a la artrosis en cuatro fármacos utilizados en la actualidad en el área de la neurología. Su investigación (en búsqueda de financiación a través de la plataforma de crowdfunding de la Federación Española para la Ciencia y la Tecnología) abre una ventana de oportunidad a la mejora de las opciones de tratamiento en esta y otras patologías reumatológicas, altamente prevalentes y consideradas por la Organización Mundial para la Salud como primera causa de dolor crónico y discapacidad, muchas de ellas sin tratamiento efectivo.

«Los abordajes terapéuticos disponibles en el caso de la artrosis son muy limitados y poco efectivos, básicamente destinados a paliar los síntomas hasta que llega el fracaso articular y se recurre a una cirugía de recambio», expone Rodolfo Gómez Bahamonde, coordinador del Grupo de Patología Musculoesquelética del IDIS.

Aprovechar lo andado

El descubrimiento de un fármaco totalmente nuevo es un proceso largo que implica del orden de 20 años de pruebas de seguridad y eficacia y una ingente inversión económica con improbables opciones de alcanzar el éxito final. Sólo los pasos preclínicos, en los que se observa el comportamiento del principio activo en cultivos celulares y animales, implican años de trabajo que deberán aportar los avales necesarios para que las autoridades sanitarias aprueben el salto a la investigación en humanos. En el caso del reposicionamiento farmacológico, buena parte del camino ya está andado.

Eficacias de hasta el 90%

Las cuatro moléculas identificadas por el grupo del IDIS están aprobadas en la actualidad para indicaciones en el área de la neurología (una de ellas es un antidepresivo), pero han mostrado en sus ensayos capacidades para no sólo corregir los procesos inflamatorios presentes en la mayor parte de las enfermedades reumáticas, sino frenar el deterioro articular asociado. Todas han sido validadas in vitro en tejidos articulares afectados demostrando capacidad para reducir en una horquilla del 65-90% la inflamación y la degradación. Completado el primer trayecto, el grupo busca financiación adicional para realizar la recta final y acelerar el traslado de sus investigaciones al día a día de las consultas. Precisan un mínimo de 2.500 euros para completar el desarrollo del fármaco más avanzado, y una cifra óptima de 25.000 euros para llevar hasta el final las cuatro moléculas estudiadas. «Todas son súper ilusionantes, cuando las testamos en tejidos humanos y lo ves, y lo vuelves a repetir y vuelves a ver que lo tienes… Es realmente emocionante. Hay pacientes que te cuentan cómo empiezan el día con dolor, cómo les resulta imposible girar el pomo de una puerta», expone Gómez Bahamonde, explicando las fortalezas del reposicionamiento como vía para la consecución de nuevos abordajes terapéuticos: «La ventaja aquí es que son fármacos para los que ya se conocen sus efectos; ya han sido testados en humanos, ya se saben sus dosis máximas y mínimas… y todo eso acelera el proceso para poder llevar a la clínica viejas moléculas con nuevos usos que ayuden a los pacientes en su día a día», señala.

Más de un 10% de la población española (4,2 millones de personas en el año 2000) padece artrosis de rodilla, 2,5 millones más conviven con artrosis de mano y alrededor de 200.000 pacientes tienen artrosis de cadera, según datos de la Sociedad Española de Reumatología recogidos en la Estrategia de Enfermedades Reumáticas y Musculoesqueléticas del Sistema Nacional de Salud. Su incidencia es mucho mayor entre las mujeres y se multiplica de la mano del envejecimiento, aunque no sólo: una significativa proporción de casos se concentra en población activa, entre los 45 y los 65 años, con un alto coste añadido en términos de bajas e incapacidades. Las enfermedades englobadas en el grupo de patologías reumáticas son, según la OMS, la primera causa de dolor crónico y para muchas de ellas no existe un tratamiento.

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