Mucho se habla sobre la importancia de mantener una vida activa y saludable, aunque esto casi siempre se enfoca en la juventud. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista JAMA Network Open, demostró que sus beneficios se extienden incluso si empiezas en una edad mayor.
Un estudio liderado por el científico Pedro Saint-Maurice, basándose en datos de más de 315 mil individuos entre 50 y 61 años de la Asociación Estadounidense de Personas Jubiladas, recopilados entre 1995 y 1996, descubrió que, al igual que quienes fueron activos desde jóvenes, las personas que incrementaron su nivel de actividad física en una edad adulta tenían un significativo menor riesgo de muerte (general y relacionada con problemas cardiovasculares), comparado con quienes se mantuvieron inactivos.
De hecho, aumentar la actividad física ya sea como adulto joven o mayor, se asoció con un riesgo de muerte menor en un 32% a 35%, equiparable a quienes fueron activos desde la adolescencia. Asimismo, la probabilidad de morir por problemas cardiovasculares para quienes incrementaron su actividad en una edad adulta avanzada, fue 43% menor comparado con las personas inactivas.
Finalmente, respecto al riesgo de muerte por cáncer, ser más activo durante la adultez también lo reduce; en ese sentido, quienes incrementaron su actividad entre los 40 y 61 años, tuvieron 16% menos riesgo que quienes no realizaban actividad.
Beneficios de la actividad física en todas las etapas
Aunque, según los científicos encargados del estudio, éste tiene limitaciones, su premisa principal, más allá de incitar a vivir una vida sedentaria hasta la edad adulta, es que nunca es tarde para activarse. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) destaca que la inactividad física es el cuarto factor de riesgo respecto a la mortalidad mundial, reconociendo la importancia de una vida activa en todas las etapas. Sus recomendaciones para mejorar las funciones cardiorrespiratorias y musculares, además de la salud ósea y prevenir enfermedades no transmisibles, según el grupo de edad, son:
- Niños y jóvenes de 5 a 17 años: un mínimo de 60 minutos diarios de actividad física moderada a vigorosa.
- Adultos de 18 a 64 años: por lo menos 150 minutos semanales de actividad física aeróbica moderada o 75 minutos de intensidad vigorosa, aunque para mayores beneficios se recomienda duplicar este tiempo. Esto además reducirá el riesgo de depresión.
- Adultos de 65 en adelante: un mínimo de 150 minutos semanales de actividad física moderada aeróbica o 75 minutos de actividad aeróbica vigorosa. Si las personas tienen movilidad reducida, la mejor opción son las actividades para mejorar su equilibrio e impedir caídas, 3 días o más a la semana, y en caso de no poder realizar actividad física, al menos deberán mantenerse activos dentro de sus posibilidades, pues esto además de riesgos físicos, reduce el riesgo de depresión y deterioro cognitivo.
Ya no hay pretexto para no comenzar a moverte, recuerda que actividad física no necesariamente es ir al gimnasio, sino caminar, andar en bici o hasta subir las escaleras en el trabajo, todas ellas mantendrán tu cuerpo en movimiento y beneficiarán tu salud a corto y largo plazo.