La hipertensión arterial es una de las enfermedades con mayor prevalencia, y que se desarrolla con mayor frecuencia a parir de los 40 años, pero puede aparecer a todas las edades.
Descubre cómo tratarla y evitar su progresión.
La presión arterial elevada es uno de los principales factores de riesgo para el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, actualmente, existen diferentes tratamientos para combatirla.
La hipertensión arterial
La hipertensión arterial es un trastorno que se produce cuando la presión del flujo sanguíneo de las arterias es elevada con respecto a los valores de referenca, fenómeno que entraña serios riesgos cardiovasculares.
En primera instancia, se produce un fenómeno compensatorio en el corazón, que se hipertrofia y aumenta su fuerza de bombeo para compensar este aumento de la presión, pero este sobreesfuerzo del corazón no se acompaña de un aumento en el riego sanguíneo, por lo que aumenta el riesgo de insuficiencia cardiaca y de angina de pecho.
Por otra parte, la alta presión que sufren los vasos sanguíneos los hace más susceptibles a la aparición de trombosis (taponamiento de los vasos) o arteroesclerosis (acumulación de placas de colesterol en los vasos).
Este tipo de trastornos en los vasos sanguíneos pueden tener consecuencias graves, produciendo infartos de miocardio o ictus (infarto cerebral).
Por último, en los casos más graves, la excesiva presión en las arterias puede acabar en una dilatación del vaso (aneurisma) o incluso en una ruptura del mismo.
Tratamientos para la hipertensión arterial
Cambios en el estilo de vida
Como primera medida a implementar en los casos de hipertensión, el médico recomendará introducir ciertos cambios en el estilo de vida que ayudarán a normalizar los valores de presión arterial y mejorarán la eficacia de los fármacos antihipertensivos.
En este tipo de tratamientos, el factor limitante suele ser el grado de compromiso del paciente a la hora de seguir o no las pautas dadas.
Algunas de ellas son:
Reducción de peso. Sobre todo en el caso de pacientes obesos es necesario seguir una dieta hipocalórica.
Reducción de la ingesta de sal.
La reducción de la sal tiene un marcado efecto en la reducción de la presión arterial. Ya que uno de los efectos de la sal es la vasoconstricción (reducción del diámetro de los vasos sanguíneos.
Practicar ejercicio regular. La realización de ejercicio moderado de forma regular produce una disminución en la presión arterial así como una reducción del riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Tabaquismo. Se recomienda encarecidamente dejar de fumar. El tabaco produce un aumento de la presión arterial, así como un mayor riesgo de desarrollo de enfermedades cardiovasculares y facilita la aparición de complicaciones como la insuficiencia renal.
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Tratamiento farmacológico
Primeramente, se debe tener en cuenta que el tratamiento farmacológico no debe emplearse como un sustituto de otro tipo de tratamientos alternativos, sino como una medida de ayuda complementaria.
El tratamiento farmacológico esta está especialmente indicado en personas de grupos de riesgo, ya sea por presentar unos valores de presión arterial excesivamente elevados o por padecer otro tipo de patologías añadidas como diabetes, colesterol u obesidad.
En la mayoría de los casos de hipertensión no se administra un único tipo de fármaco, si no que se trata de dar con la combinación óptima de varios. Algunos de estos fármacos son:
Diuréticos. Este tipo de fármacos ayuda a la eliminación de sales por medio de la orina. Una disminución de la cantidad de sal en sangre ayudará a disminuir la presión arterial.
Betabloqueadores. Su función es impedir la hipertrofia del músculo cardiaco. Disminuyen la frecuencia cardíaca y la fuerza de bombeo del corazón.
Inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina (IECA). Producen una vasodilatación, al relajar la musculatura de los vasos sanguíneos. Así, al aumentar el diámetro de los vasos sanguíneos, consiguen disminuir la presión arterial.
Antagonistas de los receptores de angiotensina (ARA). Funcionan de forma similar a los IECA.
Bloqueantes de los canales de calcio. Impiden que el ión calcio entre en las células. La entrada de calcio produce una vasoconstricción, de forma que al impedirla, el efecto conseguido será el opuesto.
Vasodilatadores. Su efecto general es producir una relajación en los vasos sanguíneos que reduzca la presión arterial.
Inhibidores de renina. Reducen los niveles de la enzima renina. Dicha enzima es producida por los riñones y participa en ciertos procesos químicos que producen un aumento de la presión arterial.
Los efectos de estos fármacos varían mucho entre pacientes, ya que dependen en gran medida del metabolismo de la persona que los consuma. En ocasiones, el médico puede recomendar la toma de varios de estos medicamentos en dosis bajas antes que de uno solo en altas cantidades.
Fuente:mejorconsalud.con