Trucos para reducir la sal en el día a día

Es de sobra conocido y numerosos estudios y evidencias clínicas confirman cada año que el consumo excesivo de sal propicia la aparición de enfermedades cardiovasculares como la hipertensión, el aumento de la prevalencia del infarto de miocardio o de la angina de pecho.

De hecho, tal y como señala José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón (FEC), el consumo de sal que hacemos hoy en día es 50 veces superior al que hacía el hombre primitivo.

“Países que consumen mucha sal, como Finlandia y Suecia, tienen mayor prevalencia de hipertensión y de enfermedad cardiovascular, mientras que tribus de la Amazonia que la desconocen, tampoco tienen constancia de las enfermedades cardiovasculares”, especifica.

La recomendación actual de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de la FEC y de la Sociedad Española de Cardiología es limitar el consumo de sal diario a unos 6 gramos.

 Sin embargo, la práctica, la experiencia y los estudios epidemiológicos nos indican que ingerimos el doble de esta cantidad.

“El español medio consume entre 10 y 12 gramos de sal al día, algunos muchísimos más”, advierte Palma.

“Sabemos que el sodio potencia las enfermedades cardiovasculares y por esa razón nosotros recomendamos un consumo muy limitado de sal. Esto no sólo ayudará a reducir los efectos negativos en el aparato cardiovascular, ya que también hay una asociación muy clara entre cáncer de estómago y consumo de sal”.

Pero, ¿vale esta recomendación para cualquier grupo de población? El vicepresidente de la FEC matiza que en niños y ancianos la ingesta debería ser menor.

¿Por qué comemos tanta sal?

¿Por qué tomamos 50 veces más sal que nuestros ancestros? La razón de la aceleración en el consumo de la sal se remonta a su utilización para conservar los alimentos: pescados y carnes en salazón. El paladar humano se ha acostumbrado a esto y ahora habría que desacostumbrarlo de forma progresiva.

Otro motivo es la utilización de la sal en los productos precocinados. “Organismos internacionales como la OMS, la Red Europea del Corazón o la Federación Mundial de Cardiología y la propia FEC recomiendan implementar leyes para que los fabricantes de productos precocinados reduzcan la utilización de la sal y, sobre todo, haya un etiquetado muy claro de los alimentos de manera que el consumidor sepa el contenido en sodio que hay en cada 10 gramos del producto que quieran comprar”, señala el vicepresidente de la FEC.

Y es que tal y como detalla, ya hay estudios que confirman que una reducción del consumo de sodio implicaría una disminución muy significativa de la enfermedad cardiovascular, de la hipertensión y del ictus. “Porque es la hipertensión la responsable directa de la generación de enfermedades cardiovasculares a través de la angina y el infarto y de enfermedad cerebrovascular a través del ictus”, añade.

Consejos si tendemos a abusar de la sal

El punto de partida para prevenir las enfermedades cardiovasculares es la reeducación. Y eso no implica que haya sólo que evitar adicionar sal en exceso a los alimentos que se están cocinando, también hay que retirar el salero de la mesa del comedor.

Además, habría que cambiar los hábitos de compra en el supermercado y elegir sólo los productos que tienen un bajo contenido en sodio. De esta manera, según Palma, poco a poco el paladar se irá reeducando.

Para conseguirlo el cambio tiene que ser paulatino. Por ejemplo, una persona que emplee 10 gramos de sal al día, bajará a 9 gramos la siguiente semana y así progresivamente. Cuando llegue a la cifra recomendada (6 gramos) el paladar no lo notará.

“Una pregunta frecuente que nos hacen los pacientes en consulta es qué es comer con poca sal. La respuesta es ir reduciendo progresivamente la cantidad para que, por ejemplo, cuando se come en familia los alimentos que estamos preparando nos saben bien y los que están sentados en la misma mesa puedan decir: esto lo encuentro soso.

Ese es el punto en el cual se ha empezado a notar una reducción de sal significativa en los alimentos y es dónde hay que persistir”, recomienda el especialista.

Entre los problemas para llegar a la cantidad recomendada destacamos dos: distinguir cuánto es 6 gramos y las comidas fuera de casa. Respecto al primero, Palma aconseja adicionar la comida con pizcas: la cantidad de sal que cabe entre el pulgar y el índice.

¿Y si salimos diariamente a comer menú del día? “No debemos olvidar que la sal enmascara los alimentos mal preparados. Un producto que tiene un sabor que puede prestarse a cierta duda, al adicionar sal no se nota”, señala el experto.

“Cuando decimos que lo preparen sin sal en la mayoría de los restaurantes suelen hacer caso omiso. Nuestra recomendación es preparar la comida en casa y si hay que comer en el trabajo, que sea de táper”, concluye.  

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