"Destete dirigido por el bebé", "alimentación autorregulada" o "alimentación a demanda del bebé", así se conoce en Argentina al método BLW (Baby Led Weaning) de introducción gradual de comida entera que cada vez se populariza más entre familias con niños que comienzan a ingerir sólidos, es decir, con un mínimo de seis meses.
El método, cuyos orígenes se encuentran en Reino Unido, propone que el niño sea parte de la comida familiar y que no tenga su primer contacto con los alimentos a través de la papilla, sino que pueda tomarlos con sus manos (en principio, sin cubiertos), en pequeños trozos.
El objetivo es que descubra los diferentes sabores y texturas, siempre a demanda, sin ser obligado a comer más de lo que quiere, pero la idea es que, para comenzar, se le ofrezcan cosas blandas: verduras cocidas, pescado sin espinas en pedazos pequeños, frutas o demás alimentos permitidos por el pediatra.
Experiencia en primera persona
Sabrina es madre de dos niños, Rafael y Sebastián. Con este último, que hoy tiene 10 meses, se volcó a este método tras el visto bueno de la pediatra. Mientras Seba comía sentado en su silla con un alimento en cada mano, la mamá detalló a Entremujeres su opinión sobre los beneficios del BLW.
"Conocí el método en varios grupos de Facebook en los que estoy junto a otras mamás y me decidí a probarlo porque me pareció bastante razonable y respetuoso con mi hijo", explicó. Al ampliar, destacó que le pareció importante "eso de no introducirle uno la comida sino dejar que explore por sus propios medios".
Todo sobre el método BLW, o la alimentación autorregulada de los bebés
Sebastián comenzó a comer sólidos mediante el método BLW
Al tratarse de comida sólida y pedazos manipulables, Sabrina admitió que al principio tuvo miedo de un posible atragantamiento. Pero la médica de cabecera de su hijo despejó esos temores: "Me asesore con mi pediatra, quien afortunadamente está muy informada y nos explicó los mecanismos que tiene un bebé para liberar su garganta y cómo identificar si tenemos que intervenir".
"Seba se tomó su tiempo para incorporar los alimentos. Rechazar la comida fue parte del aprendizaje, del bebé y mío también. El método en sí mismo lo aceptó porque no es invasivo, al contrario, él decide cuánto y qué comer de lo que le ofrezco", agregó.
Respecto a lo estrictamente técnico, la mamá explicó: "Al principio hay restricciones de tamaño y de forma, según me explicó la pediatra. Tiene que entrar en la mano del niño y sobresalir un poco.
La carne y el pollo preferentemente tienen que estar cortados transversalmente a la fibra. Y la textura debe ser blanda para que lo pueda disolver, porque aún no tienen muela para moler".
Fuente: derf