3 claves del budismo para gestionar tu mundo emocional

Si prestamos atención a su contenido, podemos mejorar nuestra salud física, psicológica, lo mismo que un conocimiento mucho más profundo de nuestra naturaleza.

Por curioso que nos parezca, el mundo emocional es una de esas áreas en las que el budismo y la psicología occidental suelen tener algunos elementos comunes.

En ambos enfoques se entiende, que adentrarnos en nuestras emociones, especialmente en las negativas, nos ofrece un modo de autoconocimiento muy importante para intentar mejorar, para trazar un camino más correcto e integral.

Por otro lado, tampoco podemos olvidar que en la actualidad, estrategias como la meditación ya se incluyen en muchos tipos de terapias.

Es un modo muy adecuado de gestionar esos dos enemigos tan comunes de nuestro día a día como son el estrés y la ansiedad.

A continuación, te proponemos reflexionar sobre 3 claves del budismo para trabajar mucho mejor nuestras emociones.

1. El apego al sufrimiento o la libertad de ser feliz: tú eliges

En nuestro camino en busca de una mayor libertad y sabiduría, la psicología normalmente nos anima a reconocer nuestros sentimientos.

También a recordar nuestras historias pasadas y presentes para darles un significado y poder afrontarlas mediante la terapia.

Por su parte, el budismo lo enfoca de otro modo: nos anima a “moderar” y “silenciar” nuestras emociones negativas mediante la práctica del diálogo interno y la meditación.

Asimismo, mediante el budismo se nos da a entender que las personas, en ocasiones, cometemos graves errores de enfoque.

Uno de ellos es pensar que felicidad está “ahí fuera”, en una persona, en lugar, en todos esos objetos que ansiamos tener.

Este tipo de materialismo o de apego hacia lo que está fuera de nuestras manos nos conduce lentamente hacia la infelicidad.

El auténtico bienestar no está “ahí fuera”, sino que está en nuestro equilibrio interior, en esa mente que cultivar a través de la calma, el equilibrio y la autoaceptación.

Practicar el desapego en el día a día es una estrategia idónea para regular nuestras emociones.

En el momento en que “desactivemos” nuestra obsesión por lamentar todo lo que nos falta, no tenemos o deberíamos tener, abriremos los ojos hacia lo que tenemos de verdad: nuestra capacidad por ser felices con lo que somos y ya tenemos.

2. El cultivo de la paciencia y el amor en el budismo

Vivimos en un mundo basado en la inmediatez y donde abundan los estímulos de todo tipo.

El mundo de las nuevas tecnologías, por ejemplo, nos sume por completo en esa sensación donde todo debe acontecer al instante.

Debemos responder los mensajes lo antes posible, la información se comparte al segundo, basta con subir una imagen o un comentario para recibir, segundos después, nuestros ansiados refuerzos positivos en forma de “like”.

Sin embargo, la vida no discurre de este modo. La vida avanza a su ritmo, las relaciones más fuertes se cimientan en la magia del día a día, de la paciencia, del respeto, del cariño más sereno y sabio.

Si aprendemos a ser más pacientes, emociones como la ira, los celos, la rabia o la frustración se apaciguarán.

Dimensiones como la ansiedad o el estrés nacen precisamente de esa presión por la inmediatez, por el temor al mañana, por la necesidad de avanzar a un futuro que aún no ha sucedido.

Aprendamos a abrazar el presente a través de la paciencia.

3. La importancia de desactivar el ego

Todos conocemos a alguna de esas personas que parecen estar siempre enfadadas con el mundo.

Son aquellas para las cuales nada está bien, nada se ajusta a sus expectativas y nada parece estar a su altura moral, emocional y psicológica.
Tienen un listón tan alto y un ego tan grande que el mundo entero les parece pequeño y, lo que es peor, que gira en su contra.

Este tipo de enfoque vital genera un altísimo sufrimiento y la clara sensación de que estamos solos en el mundo.

No es fácil desactivar el ego, y no lo es por una razón muy concreta: sabemos reconocerlo en los demás, pero no tenemos un autodetector para verlo en nosotros mismos.

Toma nota de unas sencillas estrategias que te permitirán identificarlo, gestionarlo y aplacarlo:

Toma conciencia de cómo tus actos y palabras afectan a los demás.
Identifica tus limitaciones, tus errores, tus puntos débiles.
Entiende que los demás no tienen la obligación de ser como tú esperas, de hacer lo que tu quieres, de satisfacer tus necesidades…
No esperes nada de los demás, espéralo todo de ti mismo y vivirás con más equilibrio y calma.
Además de aprender a reconocer tus limitaciones, sé capaz también de ver las cosas buenas de toda persona que está cerca de ti.
Para concluir, tal y como puedes ver, los pilares del budismo nos aportan un enfoque muy enriquecedor a la hora de canalizar nuestras emociones.

Uno de sus mayores propósitos es favorecer un adecuado conocimiento interior donde entender que la responsabilidad de ser felices es solo nuestra.

¡Empieza hoy a trabajar en ti mismo!

Fuente: Mejor con salud

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