Ellos nunca se enferman, no saben nada del cáncer y viven más de 100 años. Este es su gran secreto

¿Qué dirías si te dijeran que podrías vivir más de 100 años sin padecer enfermedades?

Seguramente responderías “¿dónde hay que firmar?” Porque ese sería el anhelo de todos en este mundo: vivir durante la mayor cantidad de años posible y sin enfermarnos.

Bien, este es el caso de los Hunza, un pueblo del Himalaya que apenas llega a los 30 mil habitantes y que tiene esta particularidad: viven en promedio 100 años (incluso hay registros de personas que hay vivido hasta los 130 años), nunca se enferman y son felices.

Hasta muy avanzada edad los adultos mayores practican deportes y las mujeres independientemente de su edad, hasta los 40 años todas parecen ser iguales.

Y es que este pueblo perdido en las alturas de las montañas descubrió el secreto de la longevidad que no es ni más ni menos que comer alimentos orgánicos, beber agua alcalina y mantenerse activos diariamente.

A eso se le agrega que realizan períodos de ayuno, se bañan en agua helada incluso con temperaturas bajas, realizan largas caminatas, consumen grandes cantidades de granos germinados y comen su propio queso de oveja.

Los Hunza casi no consumen proteínas. Su dieta no incluye alimentos procesados, la fruta y verdura fresca que ingieren es de temporada y en algunas ocasiones cuando cocinan sus vegetales lo hacen al vapor. Beben leche no pasteurizada y agua de deshielo.

¿Y todo esto puede incluso influir en el estado anímico y la personalidad?

Tal vez, porque el General Bruce, que escaló el Everest describió a los Hunzas como resistentes, habilidosos para escalar montañas, joviales y leales.

La alegría y el buen humor parecen ser resultado de este modo de vida que parece rústico pero que evidentemente es parte del secreto de la longevidad de este pueblo.

Y para agregar otras particularidades; entre los Hunza no existe la obesidad, sólo el 2% de la población fuma y lo hace en pipa.

Las madres dan de mamar a sus hijos durante 3 años a los varones y 2 años a las niñas, y si bien esto no influye en un mejor estado físico, sí contribuye a que los niños desarrollen un sistema nervioso más estable, con impresiones psíquicas de amor más sólidas, generando en ellos una sensación de seguridad y protección brindadas por el contacto y el calor que les da su pecho. 

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