La próstata es un órgano delicado y que se puede irritar con relativa facilidad, y tiene la peculiaridad de absorber a través de los alimentos que se ingieren todo tipo de sustancias químicas transportadas por el torrente sanguíneo.
Además tiene dificultades para excretarlas lo que supone que, al permancer allì alojadas durante un tiempo prolongado suelen causar irritación al tejdio de la glándula y hasta causar enfermedades como la prostatitis.
Según sean sus características, se identifican varios tipos de prostatitis: bacteriana aguda, también llamada infecciosa; bacteriana crónica (ambas con una incidencia entre la población masculina de un 5% de los tipos de prostatitis) y no bacteriana, de la que en medios estadísticos se reporta un 64 % del total.
Prostatitis bacteriana aguda
Los síntomas que caracterizan a esta enfermedad son: fiebre alta, escalofríos, dolores en el perineo (la zona que se encuentra entre el ano y el escroto), dolor en la región lumbar y molestias durante la micción, que puede ser dolorosa o producir escozor, necesidad de orinar urgentemente con dificultad para hacerlo, dolores en los músculos y en las articulaciones y dolor agudo en el momento de la eyaculación.
Puede aparecer una sensación de cansancio generalizado. Es muy común en hombres jóvenes que tienen una gran actividad sexual.
Cuando se produce este trastorno suele detectarse la presencia de bacterias en la orina y en la secreción prostática.
La enfermedad es fácil de detectar pues su sintomatología es muy característica, o a través de análisis de orina o cultivos de líquido seminal, y en la mayoría de los casos, el germen responsable de la infección es Escheríchia colí, cuya procedencia suele ser intestinal.
Si el médico realiza un tacto rectal a un paciente en que se haya declarado esta enfermedad, la prostatitis bacteriana aguda, notará que la próstata ha aumentado de tamaño y que el tacto rectal es muy doloroso, la temperatura es alta y el tejido está tumefacto o inflamado.
Los tratamientos convencionales prescriben antibióticos por vía intravenosa u oral que suelen ser efectivos, aunque hay casos en que no resultan eficaces, razón por la que se convierte en prostatitis crónica.
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Algunos remedios naturales que se pueden emplear son las infusiones de echinacea o equinacea (para reforzar el sistema inmunológico), infusiones de cola de caballo y saw palmento (para desinflamar la próstata).
Prostatitis bacteriana crónica
Se trata de una infección recurrente producida por el mismo tipo de bacteria que produce la prostatitis aguda y que, como se ha dicho anteriormente, puede ser el resultado de una mala respuesta al tratamiento con antibióticos.
Sus síntomas suelen ser molestias al orinar, hacerlo con demasiada frecuencia, micción nocturna e, incluso en ocasiones, dolor o irritación después de mantener relaciones sexuales. Normalmente el trastorno no suele estar acompañado de fiebre.
Los cultivos en orina suelen dar resultados negativos aunque los de líquido seminal son positivos. Al tacto, pueden notarse signos semejantes a los de la prostatitis aguda pero de menor intensidad. Suele ser habitual un tacto acompañado de molestias y reflejo miccional.
La enfermedad tiene mala respuesta a los antibióticos, quizás porque la calidad alcalina del líquido prostático neutraliza su acción y por la dificultad con que se difunden las macromoléculas de los antibióticos en el interior de la glándula prostática.
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No obstante, este fluido repele muchas bacterias y protege de infecciones al tracto urinario, lo que según ciertas fuentes científicas se debe a su alto contenido en zinc.
Dicho elemento podría servir como protector y defensa natural, ya que en el líquido prostático de personas afectadas por prostatitis bacterianas crónicas se aprecia una menor concentración de este mineral. Igualmente, se puede consumir, en conjunto con alimentos ricos en zinc, los remedios arriba expuestos para el caso de la prostatitis aguda.
Prostatitis no bacteriana
Éste es el tipo más común de prostatitis y quizás el más difícil de tratar. Los síntomas son prácticamente los mismos que los que aparecen en la prostatitis bacteriana crónica, aunque puede no haber habido antes un episodio agudo o infeccioso del tracto urogenital.
El origen de la enfermedad aún no está claro y puede deberse a un factor que todavía no ha sido identificado.
Los cultivos dan resultados negativos, aunque hay presencia de células inflamadas, por lo que en ocasiones los médicos suponen que se trata de microrganismos que no se detectan en las pruebas habituales, de manera que recetan antibióticos. Si la respuesta es una mejora en la sintomatología del paciente, se continúa con el mismo tratamiento, de lo contrario, éste se suspende.
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De modo que a estos enfermos se les aconseja seguir una serie de pautas higiénicas para aliviar las molestias, informándoles que el problema puede continuar durante un plazo prolongado de tiempo, e incluso durante toda la vida, por lo que puede mantenerse bajo control con las medidas que se recomiendan, pero sin que se prevea una solución definitiva.
Ésta es una de las razones por las que en este caso los tratamientos naturales a base de una fitoterapia específica, hipertermia local (Indiba), hidroterapia, osteopatía y ejercicios para descongestionar la zona prostática, resultan de gran ayuda.