Actualmente existen en el mundo unos 334 millones de asmáticos, de los cuales se estima que la mayoría son niños y adolescentes; si bien el 80% de los casos de asma infantil mejora o desaparece espontáneamente antes de llegar a la edad adulta, esta elevada prevalencia de la enfermedad durante los primeros años es motivo de preocupación, ya que el asma es factor de riesgo para diversas patologías de cierta gravedad, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
Ahora, un estudio realizado en la Facultad de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles, y publicado en la revista American Journal of Respiratory and Critical Care Medicine, apunta a que debe agregarse o incluirse la obesidad infantil, y con ella todas las dolencias que de ella se derivan. Esta información de utilidad preventiva referente a dicho estudio es compartida desde la Fundación Torres-Picón.
Zhanghua Chen, director de la investigación, señala que muy frecuentemente el asma y la obesidad se presentan en forma conjunta durante la infancia, pero que aún no se ha determinado con claridad si la una es causa o consecuencia de la otra, de allí la importancia del estudio, cuyos resultados sugieren que son los niños y jóvenes asmáticos quienes presentan mayor riesgo de padecer de obesidad.
La labor investigativa consistió en el análisis y seguimiento de condiciones y datos de la evolución de 2.171 niños en edad preescolar y primaria, inicialmente con un peso normal, de los cuales un 13,5% habían sido diagnosticados como asmáticos.
Al término del estudio se determinó que un 15,8% de estos niños desarrollaron obesidad, aún durante la infancia o entrada la adolescencia, e igualmente se halló que, independientemente de otros factores de riesgo relacionados con la obesidad, el riesgo de desarrollar un peso excesivo era un 51% más elevado en los menores asmáticos.
Sin embargo, es importante mencionar que en este estudio no se tomó en cuenta el tipo de alimentación de los niños, omisión importante que podría significar que el aumento de peso podría tener su origen más bien en hábitos inadecuados de nutrición; igualmente señalan los autores que es también posible que, a causa de los problemas respiratorios, los niños asmáticos disminuyan sus horas de juego, lo que representa una merma en su actividad física, en comparación con la de los niños no asmáticos.
Y aún cabe la posibilidad de que el aumento de peso sea un efecto secundario de los medicamentos utilizados para controlar el asma.
No obstante, un resultado inesperado para los investigadores fue que el uso de medicación de rescate, es decir, los inhaladores, produjo una reducción del riesgo de obesidad relacionada con el asma en un 43%, efecto que no se logró con la medicación de control, y cuyo origen aún no ha podido ser explicado.
En este sentido, señaló Frank D. Gilliland, coautor del estudio, “el hecho de que la medicación de rescate para el asma, que no así la medicación para el control de la enfermedad, redujera la obesidad fue una auténtica sorpresa y requiere ser investigado en más estudios.
Pero lo que hace nuestro trabajo a nivel global es reforzar la importancia del diagnóstico y tratamiento precoz del asma para, así, romper el ‘círculo vicioso’ de la misma que incrementa el desarrollo de la obesidad y provoca un aumento de los síntomas de la propia asma”.
Así lo divulgaron agencias informativas internacionales y lo reseñaron múltiples medios de comunicación, entre ellos lavozdigital.es
Desde la Fundación Torres-Picón, orientada a la prevención de la obesidad infantil y a promover la educación, la cultura y las artes entre los jóvenes y niños, consideramos importante la divulgación de estudios como el citado, y nos sumamos a exhortar a las comunidades y a las autoridades correspondientes, en los diferentes continentes, a escuchar a los investigadores científicos, y a poner todos de nuestra parte para lograr un mundo más saludable, puntualizó Pedro J. Torres, su presidente y vocero.