Lo que debes hacer si te han puesto los cuernos (o si los has puesto tú)

Da igual lo abierta que sea nuestra actitud, después de una infidelidad todo se complica. ¿Merece la pena acabar con todo por un desliz?  Y si no, ¿cómo continuar?

La mayoría lo tenemos muy claro... antes de que suceda. Muchos están convencidos de que jamás perdonarían una infidelidad, pero al verse en la tesitura no conciben abandonar sin más.

Otros creen que no podrían engañar nunca a la persona a la que quieren, pero tras veinte años de placidez y felicidad en los que solo falla -pero estrepitosamente- el sexo empiezan a cambiar de opinión.

Así que aquí estamos, con las cartas sobre la mesa, en la tierra de nadie de la que nunca se habla salvo en tercera persona y entre cuchicheos.

Quizá habíamos pensado en qué hacer si nuestra pareja se ponía enferma, si moría, si tenía que marcharse a otro país... y sin embargo no nos hemos preparado para algo igual de común y que debería ser mucho menos doloroso.

No queremos separarnos, pero la traición, incluso la más puntual, lo llena todo y queda en el aire, contaminando la relación.

Tras la infidelidad, hay que hablar y poner las cosas en orden, en lugar de seguir con la relación por inercia, sin restaurar la confianza ni sanar las heridas

Para despejar un poco el ambiente, los psicólogos de pareja aportan ayuda en forma de preguntas que hacerse y formas de actuar ante las distintas respuestas que surjan. Terry Gaspard ha hablado del tema recientemente en 'Huffington Post' y estas son algunas de las conclusiones.

A los treinta y tantos, Catherine se encontró con un escenario que no es el que uno imagina el día de su boda: "Mi marido es supervisor de distrito en una gran empresa y solía tener aventuras en sus viajes de negocios.

Destrozó nuestra familia y nos separó cada vez más.

Nuestra relación se deterioró e hizo sufrir a nuestros hijos". Tenían dos, aún en el colegio, y Catherine también era una profesional ocupada.

Por si esto no era suficientemente difícil, ella tenía traumas previos: los dos novios formales anteriores a su marido, Brian, le fueron infieles también.

Le atraían hombres que repetían el esquema de su padre, un hombre emocionalmente inaccesible e infiel a su madre. Catherine tenía baja autoestima y dudaba de su propio juicio.

Cuando entendió que era esto lo que sucedía, pudo centrarse más en su propio comportamiento y no tanto en el de su marido.

Empezó a pensar en formas de mejorar su vida, como volver a la universidad, en lugar de obsesionarse por el resentimiento hacia Brian.

En el libro 'Vivir y amar después de la traición', de Stephen Stosney, encontramos un listado de las cosas que tenemos derecho a esperar de nuestra pareja cuando ha sido infiel.

Si él o ella no está de acuerdo en alguno de los puntos, podéis tener una relación distinta a lo convencional, pero conviene darse cuenta y no seguir entregándose unilateralmente.

Esa 'deuda' que vemos crecer puede estar solo en nuestra cabeza, y es probable que no la cobremos nunca.

Amarte y valorarte. Esto incluye comunicártelo, no hay que dar por hecho nada. Si te quiere, que lo diga.

Respetarte como igual y escucharte sin intentar controlarte.

Lidiar con sus propios sentimientos. Su culpa, su enfado, su resentimiento... son suyos, que no te culpe a ti.

Mostrar compasión y cuidado, sobre todo en las discusiones.

Apoyarte emocionalmente (y en general) a perseguir tus metas. Si siempre habláis de sus problemas e ignora los tuyos, quizá la infidelidad es lo de menos.

Intentar ganarse tu confianza y compensarte lo sucedido. No debería seguir como si nada.

Asegurarse de tu bienestar físico y emocional.

¿Parece mucho pedir? En realidad debería ser lo mínimo, si es que merece la pena continuar con la pareja después de los cuernos. Y en algunos casos no la merece.

Son las relaciones románticas a largo plazo, aunque sean 'platónicas', las que más pueden arriesgar la pareja

La mayoría lo tenemos muy claro... antes de que suceda. Muchos están convencidos de que jamás perdonarían una infidelidad, pero al verse en la tesitura no conciben abandonar sin más.

Otros creen que no podrían engañar nunca a la persona a la que quieren, pero tras veinte años de placidez y felicidad en los que solo falla -pero estrepitosamente- el sexo empiezan a cambiar de opinión.

Así que aquí estamos, con las cartas sobre la mesa, en la tierra de nadie de la que nunca se habla salvo en tercera persona y entre cuchicheos.

Quizá habíamos pensado en qué hacer si nuestra pareja se ponía enferma, si moría, si tenía que marcharse a otro país... y sin embargo no nos hemos preparado para algo igual de común y que debería ser mucho menos doloroso.

No queremos separarnos, pero la traición, incluso la más puntual, lo llena todo y queda en el aire, contaminando la relación.

Tras la infidelidad, hay que hablar y poner las cosas en orden, en lugar de seguir con la relación por inercia, sin restaurar la confianza ni sanar las heridas

Para despejar un poco el ambiente, los psicólogos de pareja aportan ayuda en forma de preguntas que hacerse y formas de actuar ante las distintas respuestas que surjan.

Terry Gaspard ha hablado del tema recientemente en 'Huffington Post' y estas son algunas de las conclusiones.

A los treinta y tantos, Catherine se encontró con un escenario que no es el que uno imagina el día de su boda: "Mi marido es supervisor de distrito en una gran empresa y solía tener aventuras en sus viajes de negocios.

Destrozó nuestra familia y nos separó cada vez más. Nuestra relación se deterioró e hizo sufrir a nuestros hijos".

Tenían dos, aún en el colegio, y Catherine también era una profesional ocupada. Por si esto no era suficientemente difícil, ella tenía traumas previos: los dos novios formales anteriores a su marido, Brian, le fueron infieles también.

Le atraían hombres que repetían el esquema de su padre, un hombre emocionalmente inaccesible e infiel a su madre.

Catherine tenía baja autoestima y dudaba de su propio juicio. Cuando entendió que era esto lo que sucedía, pudo centrarse más en su propio comportamiento y no tanto en el de su marido.

Empezó a pensar en formas de mejorar su vida, como volver a la universidad, en lugar de obsesionarse por el resentimiento hacia Brian.

Entonces, ¿es problema del engañado? En parte sí, pero por eso tiene el poder de mejorar las cosas, y en el de Catherine, fue capaz de hablar con él y poner las cosas en orden, en lugar de seguir con la relación por inercia, sin restaurar la confianza ni sanar las heridas.

Fuente: El Confidencial

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