NAIROBI.- Kenia comenzará a administrar el próximo mes de octubre el primer tratamiento de la historia contra la tuberculosis específicamente diseñado para los niños, a los que hasta ahora se trataba con pastillas de adultos partidas para reducir la dosis.
El tratamiento es una nueva formulación de los mismos principios activos, más fácil de ingerir y con mejor sabor, que además requiere menos pastillas, por lo que supondrá una revolución en la lucha contra una enfermedad que cada año mata a más de 140.000 niños en todo el mundo.
“Es un día histórico, y ahora lo más importante es que los padres sepan que este tratamiento está disponible de forma gratuita en los centros de salud”, declaró hoy el director de Servicios Médicos del Ministerio de Sanidad keniano, Jackson Kioko en la presentación de esta campaña pionera en todo el mundo.
Este procedimiento exige que el paciente se medique cada día durante al menos seis meses. Hasta ahora los médicos improvisaban las dosis de los niños, que debían tomar hasta nueve pastillas diarias, lo que complica el seguimiento y genera resistencia a los antibióticos.
Otros 18 países, entre ellos Uganda y Tanzania, han mostrado interés en los medicamentos y ya han hecho pedidos para adquirir 155.000 tratamientos, según la ONG TB Alliance, que ha supervisado el proyecto en colaboración con UNITAID.
Los nuevos medicamentos se presentan como Combinaciones en Dosis Fijas (FDC, en sus siglas inglesas), por lo que son más fáciles de prescribir y están ajustadas al peso de cada niño y a la fase del proceso.
“Las FDC facilitarán el seguimiento y permitirán mejorar la tasa de supervivencia de los niños”, añadió la directora de Programa Pediátricos de TB Alliance, Cherise P. Scott.
El coste del tratamiento, desarrollado por el fabricante de genéricos indio Macleods, ronda los 15 euros, pero en Kenia, donde se diagnostican alrededor de 7.000 casos de tuberculosis infantil al año, está financiado por el Estado y será gratuito para todos.
“La tuberculosis es una amenaza peor que el terrorismo y debe ser una prioridad”, afirmó Stephen Mule, diputado y presidente de la comisión de Sanidad del Parlamento keniano, que ha aumentado la aportación del Estado a los programas de salud hasta el 30 %, mientras que el resto depende de los donantes extranjeros.
Para Mule, ahora que hay un tratamiento disponible es esencial que se mejore el diagnóstico de la tuberculosis en niños, pues comparte muchos síntomas con otras enfermedades muy comunes en Kenia como la gripe o la malaria.
Es el caso del hijo de Francesca Kageha, que comenzó a desarrollar síntomas de la tuberculosis en febrero, pero después de pasar por varios hospitales el niño seguía encontrándose mal y no fue hasta el mes de agosto que un médico del Kenyatta National Hospital acertó a pedir una prueba.
“Muchos niños tienen tuberculosis y acaban muriendo porque no se les diagnostica correctamente”, lamentó Scott, que alentó al Gobierno a seguir mejorando en este aspecto porque “el mundo mirará a Kenia para ver el resultado” de un tratamiento que no alcanzará su máximo potencial sin mejores diagnósticos.
En este sentido, Kathure Immaculate, del Programa de Nacional de Tuberculosis, confió en que la llegada de un nuevo test que permite diagnosticar la enfermedad en menos de dos horas, junto a una mejor formación para médicos y trabajadores de los centros de salud, ayuden a atajar el problema.