Para cubrir las necesidades normales durante la gestación, la glándula tiroidea debe incrementar su producción hormonal entre un 30 y 40 por ciento.
En el campo de la endocrinología, el comportamiento de las hormonas relacionadas con la reproducción ha tenido gran importancia y sus alteraciones afectan tanto la posibilidad de lograr el embarazo como su evolución.
Entre los trastornos hormonales que pueden alterar la función reproductiva, uno de los más frecuentes es el de la glándula tiroides: hipotiroidismo, hipertiroidismo y autoinmunidad, entre otros.
Son 4 a 5 veces más frecuentes en las mujeres, en particular, durante los años reproductivos, e interfieren en la fisiología de la reproducción asociándose con resultados adversos a lo largo del embarazo.
A pesar de su elevada frecuencia, no hay suficiente evidencia para recomendar la pesquisa universal de la función tiroidea antes del embarazo en mujeres sanas.
Se recomienda realizarla en aquellas de más de 30 años, en las que padecen bocio (aumento de tamaño de la tiroides), antecedentes familiares de hipotiroidismo, manifestaciones clínicas de hipotiroidismo, presencia de enfermedades autoinmunes asociadas, esterilidad, antecedentes de abortos, partos prematuros o tiroiditis posparto; mujeres que viven en zonas deficientes de iodo y en aquellas que estuvieron en tratamiento con drogas que alteran la función tiroidea.
Para cubrir las necesidades normales durante la gestación, la glándula tiroidea debe incrementar su producción hormonal entre un 30 y 40 por ciento, por eso durante el embarazo hay que aumentar la dosis de levotiroxina en aquellas pacientes que estaban en tratamiento tiroideo.
Si la dosis de levotiroxina no se ajusta correctamente y la embarazada se torna hipotiroidea, pueden ocurrir eventos adversos, tales como un aborto, un parto prematuro, bajo peso del niño al nacer, o bien, alteraciones del neurodesarrollo, entre otros.
El hipertiroidismo es el cuadro dado por el exceso de hormonas tiroideas. Las manifestaciones clínicas más habituales son palpitaciones, aumento de la frecuencia evacuatoria, intolerancia al calor, pérdida de peso con apetito conservado, insomnio, sudoración excesiva y decaimiento. Su causa más común es una patología autoinmune (denominada enfermedad de Graves), que tiene tratamiento.
La adaptación fisiológica que la tiroides debe realizar durante la gesta, no puede hacerse correctamente cuando la mujer tiene déficit de iodo, ya que es esencial para la síntesis correcta de hormonas tiroideas. El iodo necesario para sintetizar estas hormonas proviene principalmente de la dieta; es decir, de la sal de mesa; y, si no fuera suficiente, el médico podrá indicar complejos vitamínicos.