Se denomina bocio al aumento de tamaño del tiroides, que es una glándula endocrina situada en la parte anterior del cuello, por debajo y a los dos lados de la tráquea y de la parte posterior de la laringe.
Su función es la síntesis de hormona tiroidea, que desempeña un papel importante en la regulación del metabolismo.
Para entender mejor este trastorno, es necesario conocer una serie de conceptos relacionados con el aumento de tamaño del tiroides:
Bocio simple: aumento del tamaño de la glándula tiroides que no se acompaña de hipertiroidismo, hipotiroidismo, proceso neoplásico (cáncer), inflamatorio o autoinmune.
También se llama bocio no tóxico o normofuncionante.
Nódulo tiroideo: es toda masa del tiroides de consistencia distinta a la glándula normal. Un nódulo tiroideo puede aparecer por muchas enfermedades diferentes, desde patologías benignas sin mayor trascendencia hasta cáncer del tiroides.
Bocio nodular tóxico: agrandamiento del tiroides debido a la presencia en éste de varios nódulos, los cuales, además, producen un exceso de hormona tiroidea. El bocio nodular tóxico crece a partir de un bocio simple, y se presenta con mayor frecuencia en personas de edad avanzada.
Existen, además, diversas clasificaciones del bocio en función de diferentes parámetros:
Tamaño: el bocio se clasifica desde grado 0 (ausencia de bocio) hasta grado 4 (bocio gigante), pasando por grados intermedios.
Forma: bocio difuso, nodular o multinodular.
Criterios epidemiológicos: bocio endémico (se produce en una determinada región en la que la prevalencia del bocio es relativamente alta como consecuencia del déficit de yodo), o esporádico (no se produce en una población particular).
Causa que produce el bocio.
Funcionalidad: bocio funcionante o no funcionante.
El diagnóstico del bocio es anatómico, lo que significa que se realiza mediante la observación y la exploración física. También puede hacerse mediante técnicas de imagen como la ecografía o la tomografía axial computarizada de cuello. Otras pruebas como la gammagrafía permiten determinar si existe un exceso o un defecto en la síntesis de hormona tiroidea.
El tratamiento del bocio va a variar dependiendo de los síntomas que produce. En muchos casos se opta por un tratamiento expectante, que consiste en vigilar la evolución en el tiempo del bocio. En otros, cuando provoca muchos síntomas, se opta por realizar tratamientos más agresivos, como radiar el tiroides, o incluso extirpar una parte o la totalidad de éste.
El bocio es un aumento del tamaño de la glándula tiroides, que puede causar tos, ronquera, o dificultad para tragar o respirar. Conoce sus causas y tratamiento, y qué puedes hacer para prevenir su aparición.
Escrito por Miguel Vacas, Residente de Medicina Interna del Hospital Universitario Príncipe de Asturias
Es importante realizar un seguimiento médico para vigilar la evolución del bocio.
Tratamiento del bocio
El tratamiento del bocio depende de la causa que lo origina y de los síntomas que produce. Independientemente de la causa, si el bocio es muy grande y produce síntomas por compresión (ronquera, dificultad para respirar o para tragar…) se suele realizar tratamiento quirúrgico, que consiste en la extirpación de una parte del tiroides (hemitiroidectomía) o de la totalidad de éste (tiroidectomía total).
Es necesario valorar, en función de cada caso (edad, sexo, enfermedades previas…), los riesgos que puede conllevar la realización de cirugía.
Cuando el bocio no da síntomas la conducta terapéutica va a ser diferente. En algunos casos el tratamiento consiste únicamente en realizar un seguimiento del paciente cada cierto tiempo, vigilando así su evolución.
El seguimiento de bocio difuso debe constar de una exploración física que incluya la exploración del tiroides y de los ganglios linfáticos, así como la valoración de los síntomas, signos y parámetros analíticos de disfunción tiroidea.
Por tanto, es importante solicitar analíticas de control para ver la función del tiroides. El seguimiento se puede hacer cada varios meses o de forma anual, dependiendo de cada paciente.
Otra opción de tratamiento cuando el bocio no da síntomas se basa en la supresión de la secreción de TSH (hormona estimulante del tiroides, secretada por la glándula hipófisis) mediante la administración de una sustancia denominadalevotiroxina sódica, que se administra en las fases tempranas del proceso, cuando no se ha establecido todavía la transformación nodular del tiroides.
La terapia con levotiroxina tiende a abandonarse con el tiempo, ya que obliga a mantener el tratamiento de por vida (si se retira el tratamiento recurre el bocio), con los efectos secundarios a nivel cardíaco y óseo que conlleva.
La última opción terapéutica es la utilización de radioyodo (yodo 131), que es el tratamiento de elección en pacientes de alto riesgo quirúrgico y clínica compresiva.
Puede presentar efectos secundarios, como inflamación del tiroides (tiroiditis postradioyodo) o hipotiroidismo.