En el Hospital Dr. Raúl Leoni, de Guaiparo, los pacientes libran una lucha diaria para conseguir medicinas. Esta semana, de los 40 tipos de antibióticos que esperaban en el centro de salud, solo recibieron cinco.
Y con desasosiego en el rostro, los internos cuentan que la falta de medicinas no es el único inconveniente: las salas de emergencia están abarrotadas, algunas con fallas en el aire acondicionado, lo que ha traído moscas que vuelan entre las sábanas, personas y platos de comida.
En la sala de observación de mujeres, los enfermos con sus familiares denuncian falta de alimentos y platos poco nutritivos.
Una de ellas es Madeline Rojas, paciente oncológica, que cree que no consume la comida que debería, a pesar de su condición.
Mientras algunos detestan la poca variedad de sus tres comidas, otros miran con miedo una posible muerte causada por negligencia del Estado y escasez: seis pacientes esta semana fallecieron por complicaciones derivadas de la insuficiencia de medicinas, según explica el personal del hospital.
Para Maritza Moreno, presidenta del Colegio de Enfermeras en Caroní, que los pacientes fallezcan por complicaciones en su tratamiento es algo de todos los días.
El jueves se enteró del caso de un niño de 6 años con cáncer que murió por no contar con su medicina para el corazón.
El día a día es difícil
“A veces los pacientes fallecen no tanto por la enfermedad, sino por la falta de medicamentos”, se lamenta Rojas, madre de dos jóvenes (el mayor de 21, el menor de 12 años) que ataca su enfermedad con quimioterapias; la mujer lleva ocho días en el centro médico y todos los medicamentos los ha tenido que comprar por fuera de la institución.
Si un paciente viene hasta acá, se supone que es porque no tiene dinero, (…) pero ahora todas las medicinas las compran por fuera”, alerta un profesional de la salud dentro del hospital.
Rojas, que también sufre de trombosis en la pierna izquierda, tiene a su madre, Del Valle Meneses, de compañera. Se tapa las vendas que cubren su lesión con una sábana, no porque haya frío en la sala de espera, sino porque las moscas revolotean encima de su cama.
Meneses, sentada al lado de su hija, explica con tristeza que todos los esfuerzos que hace para conseguir las medicinas son sacrificios. Busca ayuda de familiares y amigos, porque los medicamentos que ha localizado tienen precios elevados, si es que los encuentra.
La madre se lamenta el jueves: a Madeline no se le pudo aplicar el tratamiento, porque no lo encontraron.
“Aquí no hay nada, los pacientes tenemos que hacer milagros en la calle porque en las instalaciones no hay nada”, se queja Rojas, entre la poca frescura de la sala para mujeres, y casi paralizada por el dolor en su pierna.
Sin medicinas, sin reactivos, sin ánimos.
Un médico de turno, que trabaja desde hace cuatro años en el Hospital Dr. Raúl Leoni, expuso el jueves a Correo del Caroní la carencia alarmante de medicinas, entre las que destacan los antibióticos.
ComillasNEGRASgrandes Aquí no hay nada, los pacientes tenemos que hacer milagros en la calle porque en las instalaciones no hay nada”, se queja Madeline Rojas, paciente y madre de dos jóvenes.
Explica que de los 40 tipos de este medicamento que necesita el hospital, solo llegaron cinco hace poco, lo cual incumple los estándares de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Resolución 587 del Ministerio de Salud publicada en la Gaceta Oficial número 40.777, que establece más de 500 medicamentos de uso obligatorio.
Una radiografía similar constató el portal Crónica Uno en cinco instituciones hospitalarias de Caracas: J.M. de los Ríos, Periférico de Coche, José María Vargas, José Gregorio Hernández de Los Magallanes de Catia y Periférico de Catia.
Los pacientes también denuncian la falta de analgésicos, anticoagulantes, anticonvulsivos, antihipertensivos, entre otros.
“Solo hay Diazepam para las convulsiones, que es nada más un pañito de agua caliente para los pacientes”, explica el profesional de la salud que también alerta carencias de personal para medicina interna, por la gran cantidad de trabajo y los pocos ingresos; del mínimo de 28 residentes hay nada más ocho en el oficio.
Los que hacen vida laboral dentro del hospital resuelven (como pueden) la permanencia de los pacientes. Pero el bajo salario de los doctores, enfermeras y residentes no compensa lo que se hace dentro del único hospital tipo IV de San Félix, el más importante del sur del país ya que atiende tanto a asegurados como no asegurados del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS).
La falta de médicos especialistas, también compromete el servicio. En enero de 2015 una protesta de los residentes alertó sobre las consecuencias del déficit de hasta 20 profesionales por especialidad: “El problema es que se nos están muriendo los pacientes”, sentenció Victoria Rendón, entonces médico residente.
La presidenta del Colegio de Enfermeras también advierte la falta de personal en las instalaciones, que convierte la tarea de atender a los cientos de pacientes que llegan al día en un trabajo casi imposible.
“El hospital tiene espacio para 400 camas. La población ha crecido bastante, y la solución no es ampliar más nuestras instalaciones sino crear más hospitales en Ciudad Guayana”, opina Moreno.
Para compensar estas deficiencias, en 2012 el presidente Hugo Chávez, en la antesala de la campaña presidencial, prometió un nuevo hospital tipo III para San Félix. Cuatro años después, y aunque la memoria y cuenta del Ministerio de Salud 2015 dice que la obra física se ejecutó en un 100%, pero el lugar es un terreno baldío.
“Las enfermeras y los médicos tenemos la disponibilidad de ayudar, pero el hospital no ayuda porque no hay con qué. Si un paciente viene hasta acá, se supone que es porque no tiene dinero, (…) pero ahora todas las medicinas las compran por fuera”, comentó el galeno.
Asimismo, muchos de los pacientes que residen en el centro médico son ciudadanos con bajos recursos, que deben pagar sumas altas de dinero en laboratorios privados para practicarse los exámenes de sangre, por la insuficiencia de reactivos.
La familia de Rojas es ejemplo de esta deficiencia: todas las pruebas las hizo en un centro privado. Esta relata, con la expresión de enojo en sus ojos, y con medio rostro cubierto por una mascarilla quirúrgica, que hasta 12 mil bolívares han llegado a gastar entre parientes y amigos para costearlos. Incluso tiene exámenes pendientes, que no han hecho por falta de recursos económicos.
El secretario general del Colegio de Médicos, Seccional Guayana, Hugo Lezama, opina que la gran falta de medicinas en las instalaciones de salud pública está aunada a la profunda crisis del país: los laboratorios e industrias trasnacionales no ven a Venezuela como tierra atractiva para seguir en la producción.
“El visitador médico es una especie en peligro de extinción”, alerta Lezama.
Deivis Villalba tiene dos semanas en Guaiparo y sufre de encefalitis cerebral. Es un joven que quedó prácticamente inmóvil por su condición y necesita de cuidados constantes; incluso todo lo que ingiere para alimentarse debe ser líquido. Su hermana, que lo acompaña en la sala de observación de hombres, advierte que no tiene medicinas para tratar las convulsiones que lo golpean de forma violenta.
Villalba “quedó como un viejito, y con sus convulsiones se nos agrava más la situación”, según explica la pariente, y con respecto a la vida en el hospital, indica que “la cuestión no es fácil aquí adentro”.
La desesperación está en el aire. A la falta de medicamentos se le aúna otro problema: de los ocho quirófanos con los que cuenta el centro hospitalario, hasta hace dos semanas solamente funcionaban dos.
Hoy en día, por fallas estructurales y falta de insumos, no hay ninguno habilitado en el hospital, que se supone es el principal de San Félix.
Y desde hace dos años tampoco cuentan con sala de rayos X, una realidad que en 2015 fue denunciada por pacientes y médicos.
Fuente: Correo del Caroni