El sexo puede curar gran parte de nuestros â??malesâ?

Gracias a las investigaciones científicas, sabemos a ciencia cierta que mantener relaciones sexuales nos sienta de maravilla a todos los niveles:

El sexo, esa práctica natural que ha sido reprimida e ignorada durante siglos, puede curar gran parte de nuestros “males”.

De hecho, a día de hoy, la sociedad conserva todavía esa idea del sexo como algo que hay que ocultar y de lo que, por ende, hay que avergonzarse.

Sin embargo, gracias a las investigaciones científicas, sabemos a ciencia cierta que mantener relaciones sexuales nos sienta de maravilla a todos los niveles:

Atenúa la ansiedad y otros estados de ánimo negativos.
Mitiga el insomnio.
Mejora nuestra autoestima.
Fortalece nuestro sistema inmunitario y cardiovascular.
Acelera nuestro metabolismo.
Aumenta nuestra esperanza de vida.

Las constelaciones químicas del bienestar, cuestión de sexo

La cascada de sustancias químicas que se precipitan por nuestro cuerpo cuando mantenemos relaciones sexuales nos proporciona múltiples beneficios que constituyen una buena colección de motivos para mantener relaciones sexuales.

Veamos algunos de ellos:

El sexo es un reconstituyente estético que favorece la liberación de hormonas que nos ayudan a “estar más guapos”.
Nuestro pelo, nuestra piel y nuestra mirada lucen más lustrosos gracias al estrógeno, a la testosterona y la síntesis de colágeno que se produce como consecuencia de la actividad sexual.

Es más eficaz que las cremas antiedad: La secreción de hormonas como la dehidroepiandrosterona (DHEA) favorece la longevidad.
La prolactina es un relajante natural que estalla tras el clímax derivado del contacto sexual. Esta sustancia, además, nos permite oler mejor.
Al corazón también le sienta el sexo de maravilla, pues su efecto protector resulta similar al del ejercicio regular. En el coito los latidos de nuestro corazón aumentan su frecuencia.
Esto también favorece el buen trabajo metabólico de nuestro cuerpo así como la tonificación de las zonas implicadas, sobre todo la pélvica.
En este sentido, las contracciones de la vagina y los espasmos del esfínter anal y uretral fortalecen nuestros músculos y nuestro control sobre ellos.

El sexo también funciona como un potente analgésico, pues alivia las molestias físicas gracias a la liberación de endorfinas y corticoesteroides. Estas sustancias tienen un efecto sedante sobre las terminaciones nerviosas.
La oxitocina tiene efectos antiestrés y reduce la tensión arterial y el ritmo cardíaco.
Además de los beneficios ya comentados, debemos destacar que el sexo reporta grandes beneficios a nivel mental sin efectos secundarios.

Así, la recomendación que en su tiempo hizo Platón sobre “evitar el sexo previo a una competición”, hoy no tendría validez.

Hacer el amor mejora seriamente tu salud

Los beneficios de una sexualidad saludable son ilimitados. Esto, como es obvio, trasciende al terreno de lo genital, siendo lo realmente importante cómo cuidamos de nuestro potencial sexual en todos los niveles de la vida.

Por eso cuando hablamos de cuidar nuestra relación con el sexo no solo nos referimos al coito, sino a la exploración total de nuestros deseos, nuestras voluntades y nuestras sensaciones.

No podemos olvidar esto y limitarlo, pues estaríamos poniéndole barreras a una parte importantísima de nuestra identidad.

Así, hacernos sexualmente conscientes nos ayudará a mantener un equilibrio psicológico, físico y emocional, e impedirá que la frustración que se deriva de la incomprensión precipite la aparición de estados de ánimo negativos y perjudiciales.

La exploración, clave para el disfrute de un contacto sexual

Para disfrutar de las relaciones sexuales es necesario dejar a un lado las reticencias que nos impiden explorar nuestro cuerpo, nuestras sensaciones y nuestros deseos.

Esto es esencial incluso cuando compartimos activamente nuestra vida sexual.

Resulta indispensable que exploremos íntimamente cada rincón de nuestro cuerpo, pues saber lo que nos gusta y lo que no construye los cimientos de la satisfacción sexual.

Así, como hemos dicho en otras ocasiones, no podemos conducir a nuestra pareja sexual hacia aquello que nos gusta si ni siquiera nosotros conocemos esa carretera.

El deseo por nuestro cuerpo se presenta como una emergente petición de declaración de amor propio, de satisfacción personal y de comunicación íntima. Tenemos que desarrollar nuestros sentidos para que capten nuestros deseos internos, físicos y emocionales.

Si nos permitimos la convivencia con esta parte tan natural de nuestro ser, observaremos rápidamente los beneficios y el bienestar que nos genera.

Por eso es bueno que lavemos nuestra mente de prejuicios y nos digamos que, haga buen o mal tiempo, siempre está bien mantener relaciones sexuales.

Fuente: Mejor con salud

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