Aunque se desconoce aún el mecanismo que la hace efectiva, o en qué dosis surte un adecuado efecto, los estudios concluyen que esta bebida ayuda a prevenir la enfermedad.
Si el mundo estaba esperando una buena excusa para tomar cerveza los fines de semana, la ciencia ha respondido a sus plegarias: de acuerdo a un estudio realizado por investigadores suecos y finlandeses, hay una relación entre la concentración de beta-amiloides en el cerebro (moléculas asociadas a la enfermedad) y el consumo de la bebida.
Para llegar a esta conclusión, se estudió a 125 hombres fallecidos de entre 25 y 70 años, su predisposición genética para el desarrollo del alzhéimer y sus costumbres a la hora de tomar alcohol.
El estudio reveló que la concentración de las moléculas aumentaba con la edad, pero en menor medida cuando se trataba de hombres que tenían como costumbre beber cerveza. Este mismo fenómeno no se verificó en hombres que acostumbraban ingerir otro tipo de bebidas alcohólicas.
También vale aclarar que no se pudo determinar la ingesta de cerveza recomendable para que se garantice el efecto, y que tampoco fue posible develar la forma en que este mecanismo funciona.
Fuente: Popular Science
Imagen: Shutterstock