La primera educación, y la más importante, es la que se recibe en el hogar, es el ejemplo de los padres lo que sienta las bases de lo que serán las costumbres y los hábitos que aprenderán y desarrollarán los hijos a lo largo de su vida, tanto buenos como malos; de ahí la importancia que tiene el que se preserven las buenas costumbres, como la de reunirse alrededor de la mesa y comer en familia sanamente.
Desde la Fundación Torres-Picón se recordó una vez más que, los padres “ofreciendo modelos saludables y estimulando a sus hijos a que los imiten, estarán garantizando su salud en el futuro”.
En los últimos tiempos este tipo de tradiciones ha venido perdiéndose poco a poco, las ocupaciones personales y el agitado ritmo de vida actual ha causado que cada miembro del grupo familiar hace sus comidas a horas distintas, a solas o frente a una computadora o un televisor; no es casualidad que, paralelamente, los índices de malnutrición, sobrepeso y obesidad han venido incrementándose a velocidades alarmantes, en particular el sobrepeso y la obesidad infantil.
Especialistas o expertos en nutrición y hábitos saludables, así como otros profesionales de la salud, en todo el mundo, vienen insistiendo en documentos, declaraciones a los medios y artículos sobre esto. Incluso citando numerosos estudios relacionados.
Se ha demostrado que el comer en familia es altamente beneficioso para la comunicación entre padres e hijos y ayuda a estrechar los lazos de unión entre los miembros de la familia, al mismo tiempo, es una excelente oportunidad para educar a los niños, iniciarlos en el consumo de una alimentación saludable y completa y fomentar la formación de buenos hábitos de salud; de esta manera se minimiza el riesgo de que sufran sobrepeso u obesidad infantil y todos los padecimientos que son consecuencia de esta condición, como diabetes, hipertensión, obesidad, cáncer y enfermedades cardiovasculares; al mismo tiempo, se disminuye la probabilidad de que lleguen a desarrollar adicciones en la adolescencia.
Es importante inculcar en los pequeños la noción de que no pueden comer sólo lo que les guste, sino que deben aceptar lo que hay en la mesa y comprender cuáles son los alimentos más convenientes para su salud y su desarrollo; para ello una buena estrategia es hacerlos partícipes de todo el proceso que conlleva a la elaboración de la comida, comenzando por la compra de los alimentos, su selección y su preparación en casa.
Debe estimularse el consumo de una dieta variada y completa, que incluya todos los grupos de alimentos, como cereales integrales, granos, verduras y frutas frescas, que son a la vez una buena fuente de nutrientes y aportan fibra para facilitar el proceso digestivo.
No podemos dejar de lado la importancia que tiene el promover la práctica cotidiana y rutinaria de actividades físicas; el juego y el deporte son una excelente herramienta para mantener un organismo saludable, al mismo tiempo son una manera divertida de entretenerse con los amigos en el parque, los compañeros en la escuela, y una maravillosa oportunidad de compartir momentos gratos con papá y mamá.
Para el presidente de la Fundación Torres-Picón, Pedro J. Torres, dedicada a labores preventivas de la obesidad entre niños y niñas, es indispensable insistir en la formación de conciencia respecto a la enfermedad y sus secuelas; hacer caso a lo que los médicos y demás profesionales del área de la salud recomiendan, no olvidar que se trata de un problema multifactorial, en el que todos, y esto nos incluye a los padres, podemos hacer mucho.
Los padres deben predicar con el ejemplo y adoptar ellos mismos hábitos saludables de vida y de alimentación, perseverar en estos con convicción, con la certeza de que ofreciendo modelos saludables y estimulando a sus hijos a que los imiten, estarán garantizando su salud en el futuro.