La dieta mediterránea exige que dediquemos un poco más de tiempo a elaborar nuestros platos pero, al evitar los productos procesados, veremos antes los resultados en nuestro peso
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La dieta mediterránea está considerada como una de las más saludables, ahí donde se incluye no sólo una nutrición sana y terapéutica, sino que además se incluye un estilo de vida que nos permite vivir más años en mejores condiciones. Hoy aprovechamos para darte diez pautas para que lo consigas, sin sacrificio.
¿Por qué se supone que es tan saludable la dieta mediterránea? Son muchos los estudios que nos avalan sus beneficios y su ayuda para prevenir enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, dimensiones que se basan sobre todo en esos alimentos tan sanos, que forman a su vez nuestra pirámide ideal de nutrición. Aceite de oliva, frutas y verduras frescas, fibra, pescados, mariscos, semillas, antioxidantes, vitamina C… y cómo no, una forma de vida donde se valora la vida activa, los paseos al sol y esas relaciones sociales basadas en emociones positivas.
Comer bien, sin presencia de dulces o alimentos industriales, llevar una vida activa y disfrutar de esa cocina casera con alimentos frescos y en las cantidades justas, envuelven ese sencillo secreto que todos deberíamos adaptar a nuestros platos y a nuestra casa. ¿Tomamos nota? ¡Adelante!
¿Se puede comer pan si estoy a dieta? Desde luego, pero eso sí, mejor que sean integrales, de grano entero y con semillas. Evita ante todo el pan de molde, dispone de excesivas harinas refinadas y muchas grasas. Lo ideal es el pan de fibra, pan de avena o de centeno. Cuida de nuestro tracto intestinal, se digieren mejor, nos aporta vitaminas y minerales y es tan sano que tu cuerpo lo va a agradecer.Además si nos tomamos por ejemplo en el desayuno una rebanada de pan con aceite de oliva, verás como no hay nada mejor con lo que empezar el día.
Te hemos acabado de hablar de él. El aceite de oliva es la base de la dieta mediterránea. Un tesoro natural rico en vitamina E y ácidos grasos monoinsaturados, perfecto para cuidar de tu corazón, reducir el colesterol y protegerte de todo tipo de infartos. Una clave para cualquier plato y un tesoro gastronómico con muchos siglos de tradición.
Jugo de naranja, jugo de limón, las ricas manzanas, los pomelos, las granadas, melones, uvas, sandías… elementos con los que empezar tus desayunos, con los que rehogar por ejemplo tus ensaladas, el límite gastronómico está en tu propia imaginación. Son sanas, nos aportan defensas, nos depuran y nos ayudan a bajar de peso siempre que las incluyamos diariamente en nuestra mesa. Recuerda que la dieta mediterránea -como otras- nos indica que son 5 las piezas de fruta que debemos comer al día.
Champiñones, tomates, pimientos, berenjenas, cebollas, espinacas, calabacines…son sabrosos y perfectos para cocinar sencillos platos donde no falte el aceite de oliva.En la dieta mediterránea se preparan sabrosas ensaladas donde no faltan tampoco las aceitunas y los frutos secos. Sabes que es más saludable que los vegetales – en la medida de lo posible – se consuman crudos. Los pimientos, las espinacas, los tomates, las cebollas…. consumidas en su forma cruda nos aporta más enzimas digestivas, las cuales protegen nuestro estómago y nuestros intestinos. Juega con los colores y los sabores y no dudes nunca prepararte una ensalada en tu almuerzo. Por la noche ya no es tan recomendable porque digerimos peor ciertos componentes como pueden ser las lechugas o las espinacas.
Nueces, almendras, pistachos… son sanos, nos aportan magnesio, calcio y fósforo. Son un buen complemento para nuestros desayunos y nuestras ensaladas, por ejemplo. Un elemento básico de la dieta mediterránea.
Los jugos que sean siempre naturales, nunca de supermercado. La dieta mediterránea exige que dediquemos un poco más de tiempo a nuestra cocina, disfrutando de su elaboración y evitando ante todo esos productos ya procesados del supermercado. Arroces, verdura hervida, pescados fresco, jugos naturales… y todo con las frutas y verduras que sean propias de la temporada.
Ya sabemos que los lácteos no son siempre muy saludables. Pero los que ya están fermentados, como es el caso del kéfir, de yogures o varios tipos de queso, son muy beneficiosos.Nos aportan microorganismos vivos muy necesarios para mantener un adecuado equilibrio en nuestra microflora intestinal.
La carne la tomaríamos dos veces a la semana y preferentemente pollo o pavo. Se consideran pues carnes más magras, carnes blancas y no rojas.
Sardinas, caballas, atunes, salmón… al menos dos veces por semana. Sus grasas son muy beneficiosas, ricas en omega 6. Así que no descuides el pescado azul en tu dieta mediterránea.
Paseos por la mañana, salir a andar para disfrutar del aire libre y la naturaleza. Un poco de ejercicio al atardecer saliendo a correr con alguna amiga, beber abundante agua, disfrutar del sol, de tus relaciones sociales… etc, hará que tu vida tenga mejor calidad y que ello se vea en tu salud. Si sigues estas pautas alimenticias donde se restringen los dulces, las grasas y la comida industrial, poco a poco lo notarás en tu peso. Recuerda que otra de las claves de la dieta mediterránea en no comer en grandes cantidades. Llena tus platos con la cantidad justa y tampoco descartes tomarte un vasito de vino al día… Es saludable también para tu corazón.