¿El agua que toma podría ser la causa de la aparición del alzhéimer?

Mediante la administración de una dieta experimental a monos, un equipo de científicos ha descubierto los efectos que tiene la neurotoxina BMAA en el cerebro humano.

Un equipo de científicos ha elaborado un estudio que revela que la neurotoxina BMAA que se encuentra en las algas del agua fresca en embalses, lagos y estuarios de la isla de Guam, que forma parte del archipiélago de las islas Marianas (en el océano Pacífico), está relacionada con el alzhéimer y otras enfermedades cerebrales, informa 'The Daily Mail'. El trabajo ha sido publicado en la revista científica 'Proceedings of the Royal Society B'.

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Durante décadas, el pueblo chamorro (indígenas de las Marianas) ha sido golpeado por una inquietante enfermedad cerebral progresiva bautizada por ellos como 'lytico-bodig'. Los primeros síntomas aparecen cuando las víctimas tienen entre 40 y 50 años, y cuando llegan a los 60 años empiezan a sufrir el tipo de agitación y la falta de coordinación que se aprecia en el párkinson. A continuación, aparecen los problemas de memoria característicos de esta enfermedad neurodegenerativa. 

Los investigadores revelan que la BMAA es generada por las cianobacterias, comúnmente conocidas como algas verde-azuladas, que crecen en las raíces de las planta cícadas y se encuentra en sus semillas (que los locales muelen para hacer harina). Asimismo, la toxina se acumula en la carne de los animales que se alimentan de estas semillas, introduciéndose también así en la cadena alimenticia de los habitantes de la isla Guam. 

En el marco de una dieta experimental, los científicos administraron a monos nativos de África durante 140 días la misma dosis de BMAA que la que un habitante de la isla de Guam puede ingerir durante toda su vida. Como resultado, los animales desarrollaron signos típicos de la enfermedad neurodegenerativa: placas entre las neuronas con ovillos neurofibrilares en su interior.

"Sabemos que el mayor riesgo del alzhéimer es la edad y, a medida que nuestra población envejece, más personas serán diagnosticadas, pero ahora agregamos la posibilidad de un tercer factor, la exposición a una toxina ambiental", sentencia Paul Cox, uno de los investigadores principales del estudio.

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