Una nueva investigación, publicada en Tobacco Control y en la que participaron más de 3.000 personas en Estados Unidos, asegura que el riesgo también podría aplicarse al fumador pasivo, según informa BBC Ciencia.
Según estos expertos, el humo del tabaco podría afectar al flujo sanguíneo en los pequeños vasos del oído, lo que puede privarle de oxígeno y causar la acumulación de desechos tóxicos, causando unas lesiones que son distintas a las causadas por el ruido o la vejez.
En el estudio, realizado por los investigadores de las universidades de Miami y la Internacional de Florida, han participado 3.307 individuos no fumadores. Una parte de ellos había dejado de fumar y otros no lo habían hecho nunca.
Las conclusiones del estudio apuntaban a que los pacientes expuestos al humo de otras personas presentaban más probabilidades de tener un oído más dañado que el resto o padecían dificultades para seguir una conversación con ruido de fondo. De hecho, el humo de segunda mano aumentó en cerca de 35% el riesgo de sordera en todas las frecuencias de sonido.
El doctor David Fabry, que dirigió la investigación, afirma que "realmente no sabemos con exactitud a cuánto humo debe exponerse la persona para comenzar a perder el oído. Pero sí sabemos que el umbral de los daños es muy bajo". "Realmente, el nivel más seguro es no exponerse al humo en absoluto".