Virus, parásitos y hongos, un riesgo en las piscinas

  • por EFE miércoles 12 agosto 2015

Virus, parásitos y hongos pueden contraerse en el agua de las piscinas si no se controlan adecuadamente lo que, añadido al calor y la humedad, representa un caldo de cultivo idóneo para diversas infecciones, según explican diversos expertos

MADRID/EFE/ALMUDENA DOMENECH MIÉRCOLES 21.08.2013 ENVIAR
Una piscina abarrotada en Tokio/EFE/Kimimasa Mayama
Una piscina abarrotada en Tokio/EFE/Kimimasa Mayama
El exceso de cloro también incrementa el riesgo de sufrir irritaciones dermatológicas, oculares y otitis en verano, como han advertido especialistas médicos en declaraciones a Efe.

Pese a la normativa que regula el estado de las piscinas, algunos estudios puntuales arrojan datos preocupantes: dos de cada tres superan los niveles de cloro, solo se duchan antes de zambullirse el 65 % de los bañistas y casi en el 60 % de los filtros se ha encontrado materia fecal, entre otros desperdicios.

Al tragar estas aguas, se pueden adquirir diversos virus, entre los que están los de las hepatitis A o E, bacterias como la “escherichia coli” y determinados parásitos.

Hongos, como la “candida albicans”, que puede afectar a la piel, la boca o los órganos genitales, se contagian por contacto, así como los que dañan a las plantas de los pies.

Los síntomas más frecuentes

Los síntomas más comunes asociados con el baño son los gastrointestinales, como diarrea o vómito, trastornos en los oídos, la vista y las vías respiratorias e irritación cutánea.

“El cloro es muy irritante para los ojos, sobre todo en exceso, lo cual suele ocurrir a menudo en las piscinas públicas”, ha expuesto Javier Hurtado, director médico de Fundación Rementería, quien ha agregado, en declaraciones a Efe, que también puede conllevar problemas respiratorios o de oído.

Los oftalmólogos señalan que en esta época son frecuentes las llamadas conjuntivitis de piscina -se incrementan hasta un 20 %-, con enrojecimiento de los ojos, escozor, sensación de arenilla y cuerpo extraño, hipersensibilidad a la luz (fotofobia) y lagrimeo.

Por eso, Hurtado ha recomendado no compartir toallas y el uso de gafas de buceo: “se ha comprobado que nadar sin ellas supone un riesgo para la integridad del epitelio corneal”.

El doctor Manuel Fernández Arjona, urólogo del Instituto de Medicina Sexual, ha explicado a Efe que en las piscinas es posible encontrar estreptococos y estafilococos, pseudomona aeruginosa y staphylococcus aureus, bacterias que con mayor frecuencia causan infecciones en el ser humano.

Control en los laboratorios

No obstante, ha recalcado que “un amplio porcentaje” de las piscinas públicas se someten a controles de laboratorio para monitorizar parámetros fisioquímicos y micrológicos, y su alto contenido en cloro elimina bacterias que, entre otras afecciones, pueden causar cistitis.

En cuanto a las formas de contagio, ha precisado que los usuarios de la piscina “aportan” gérmenes que quedan en el agua. Cuanto más elevada sea su temperatura, más fácil lo tienen para reproducirse.

“Normalmente se contagia aquella persona en la que su inmunidad sistémica y local se encuentre debilitada. Los gérmenes efectuarían su entrada al organismo a través de la vagina, en el caso de las mujeres, y así podrían llegar a la uretra y a la vejiga”, ha comentado.

El urólogo ha insistido en que ducharse antes de meterse en el agua contribuiría a eliminar el traslado de gérmenes a la zona de baño, evitando contagiar a otras personas, y ha comentado que es conveniente el cambio de bañador para evitar la humedad.

Proteger los pies

El doctor Javier González Herrero, del departamento de Podología del Centro Médico Gran Vía, ha dicho a Efe que las infecciones más frecuentes en época estival que afectan a los pies son las producidas por hongos y virus del papiloma.

El papiloma plantar se evita caminando con chanclas “siempre que nos encontremos en superficies húmedas compartidas, especialmente en las duchas o vestuarios, donde el agua carece de tratamiento”.

En el caso de las micosis interdigitales o pies de atleta, el hongo necesita temperaturas altas y humedad para poder producir la lesión. “Controlando el exceso de transpiración, usando calzados que permitan llevar los dedos al aire y aún más importante, secándonos entre los dedos tras el baño, reducimos mucho la incidencia de esta enfermedad”, ha pormenorizado.

González Herrero ha destacado que el cloro es “muy agresivo” para la piel en personas con patologías como eccemas dishidróticos, psoriasis o similares.

“Resulta necesario ducharse con agua potable tras el baño y realizar una hidratación con cremas muy grasas, con la piel muy seca, al final del día”, ha concluido, extendiendo esta recomendación a todos los usuarios de las piscinas.

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