Achicar la vagina y ensanchar el pene son retoques buscados por mujeres y hombres. Los tratamientos pueden llegar a costar $ 30 mil. Pero los médicos advierten por los riesgos en la salud.
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Ciudad de Buenos Aires (Argentina).- La ciencia otorga el conocimiento y el marketing se las rebusca para vender y cumplir fantasías. El mundo de la estética –el legal y el informal– amplía su menú de opciones y cada vez más gente consulta sobre procedimientos para achicar la vagina y engrosar o alargar el pene. Lo admiten médicos de hospitales públicos y especialistas de centros privados. Lo certifican las estadísticas: en la última década, según la Sociedad Argentina de Cirugía Plástica, se quintuplicaron las consultas por este tipo de intervención en mujeres de entre 20 y 60 años. Pero los mismos profesionales piden cautela y aseguran que por ahora son pocos los que llegan al quirófano porque, entre otros riesgos, estos retoques pueden afectar el placer sexual. Y en ese caso, no hay vuelta atrás.
Las nuevas propuestas para ellas tienen palabra clave: punto G, zona que culturalmente definen como centro del goce. La intervención para estrechar el canal vaginal, consiste en inyectar ácido hialurónico –sustancia de uso cosmético–, colágeno o la propia grasa en el introito, ubicado a unos cuatro centímetros del orificio vaginal. Una vez aplicado, el tejido se engrosa y así se angosta el ingreso a la vagina.
La ginecóloga Claudia Marchitelli, a cargo del sector de Patología Vulvar del Hospital Italiano, explica las desventajas de este tipo de tratamiento: “En principio aún está en debate la ubicación e incluso la existencia del Punto G, lo que complica a la hora de aplicar la sustancia. Por otro lado, la grasa o el colágeno son reabsorbidas por el cuerpo y perderían efecto en el corto plazo. El ácido hialurónico ‘desaparece’ entre los tres y seis meses de ser aplicado”. El perfil de las pacientes es variado, pero sí hay una constante: “Dicen que no pueden llegar al orgasmo y que leyeron en algún lado que podían ponerse algo ‘ahí’. La anorgasmia no se resuelve de esa manera”, apunta. El cirujano plástico Jorge Patané, además, advierte: “Puede ser un arma de doble filo porque puede alterar la sensación de placer”.
A ellos los tientan con ‘engordar’ su miembro. El engrosamiento peneano es una intervención peligrosa y lleva varias horas de quirófano. Consiste en extraer con una jeringa la grasa alojada en el abdomen o los flancos del varón y dejarla reposar para luego transferirla a los cuerpos cavernosos del pene. No alarga, ensancha.
¿Esto mejora la performance sexual?
“Para nada. No hace más funcional al pene. Si se llega a esa práctica es sólo por una cuestión estética o psicológica”, determina Juan Carlos Rodríguez, presidente de la Sociedad de Cirugía Plástica de Buenos Aires, desde donde desaconsejan esta intervención. “Que quede más ‘gordo’ no significa que sea más sólido. Termina siendo un pene para ver pero no para usar. Pero además este tipo de cirugías puede producir lesiones que deformen el miembro”, suma Graciela Aguirre, cirujana plástica y directora médica del centro de estética Layras.
En cuestiones de “embellecimiento genital” hay patologías que mantienen en vigencia las cirugías clásicas. En el caso de las mujeres, la reducción de labios menores –que ocasionan mucha incomodidad y además afecta la autoestima– sigue primera en la lista. Y las prótesis peneanas e implantes de silicona siguen colocándose cuando el caso es irreversible, por ejemplo, un accidente que haya lesionado el miembro en forma gravísima.
Es que cuando se trata de fines terapéuticos más que de recuperación del placer –algo más vinculado a la psiquis que al físico–, la cuestión cambia. Por ejemplo, Liliana G., docente en el Conurbano, cuenta que después de su segundo parto, debió someterse a rejuvenecimiento estético vaginal. “En realidad, tenía problemas de retención y debía hacerme una reconstrucción de la vejiga. Pero por consejo de los mismos médicos, también acepté el rejuvenicimiento del canal vaginal. Me lo cubrió por completo la obra social y no podría explicarlo con claridad. Pero sí puedo asegurar que recuperé buena parte de la sensibilidad que había perdido, y me sentí mucho más joven”, concluye.
- La Argentina, destino para retoques
Las cirugías estéticas, siempre en alza en Argentina. Según una encuesta, es el séptimo país del mundo donde más cirugías estéticas se hacen.
Un informe difundido por la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética (ISAPS) demuestran que América Latina está entre los líderes mundiales en operaciones y se consolida como destino del llamado "Turismo médico internacional". Aunque en el resto del mundo se redujo el número de cirugías plásticas practicadas, Brasil, México, Colombia, Venezuela y la Argentina continúan entre los 25 países a los que más acuden los pacientes que quieren someterse a estos procedimientos.
Estados Unidos y Brasil ocupan los dos primeros puestos del ranking según el informe. Y ninguno de los cinco primeros puestos de la lista –países con más cirugías y procedimientos estéticos realizadas por especialistas acreditados en 2011– es del continente europeo. Sin embargo –y a pesar de la crisis instalada ya hace tiempo– España sigue a la cabeza de Europa como uno de los países donde más operaciones de estética se realizan los individuos.
En la Argentina, durante 2009/2010 se hicieron 297.813 procedimientos -quirúrgicos y no quirúrgicos-, lo que coloca al país en el séptimo lugar del ranking mundial si se toma en cuenta el número de procedimientos respecto de la población total, y en el puesto 13 si se computa sólo el número de intervenciones realizadas.
No obstante, algunos países como China, México o Corea del Sur empiezan a despuntar en la demanda. En Corea del Sur hay un boom de cirugías de ojo para occidentalizar el rostro. En México, en cambio, algunas personas de rasgos indígenas buscan occidentalizar de su nariz y reducir la caída de la punta, el ancho de las alas y la curva del dorso nasal.