Sufrir cefaleas en racimo puede afectar a la memoria de trabajo

Las cefaleas en racimo son un tipo de dolor de cabeza cuya severidad es importante. Se ha llegado a describir que el dolor de este tipo de cefaleas es uno de los más intensos que el ser humano puede soportar sin perder la conciencia.

En este estado, es fácil imaginar que la persona que lo sufre verá mermada su capacidad para hacer sus actividades cotidianas y también es fácil intuir que su calidad de vida se reducirá claramente.

No obstante, a los científicos les gusta demostrar sus intuiciones, y por ello Miriam Torkamani y sus colaboradores del UCL Institute of Neurology and The National Hospital for Neurology and Neurosurgery (Londres) han realizado un experimento con el que poder demostrar que sufrir cefaleas en racimo puede alterar de forma importante diversas facetas de la vida del paciente.

Las cefaleas en racimo aparecen en forma de episodios que pueden durar desde 15 minutos a tres horas y que pueden repetirse a lo largo de uno o dos días.

Hay personas que sufren este problema de forma crónica desde su primer episodio, y hay otros pacientes que pueden tener periodos sin crisis de hasta varios años.

En el estudio de Torkamani y su equipo participaron un grupo de 11 personas con cefaleas en racimo crónicas, otro grupo de pacientes con esta patología en su forma episódica y ambos fueron comparados con un tercer grupo de participantes sanos.

Todos ellos realizaron varios test de memoria y de funciones ejecutivas, además de contestar cuestionarios sobre quejas cognitivas, estado de ánimo, ansiedad y calidad de vida.

Los resultados, publicados recientemente en Headache (2015) mostraron que de forma general, las personas que sufren cefaleas en racimo suelen percibir que su funcionamiento cognitivo es peor.

Pero no sólo es que lo crean.

Aunque no se encontraron diferencias en la inteligencia o en aspectos cognitivos como la fluidez verbal o la inhibición de respuestas, los grupos de cefaleas sí rindieron peor que los individuos sanos en tareas de memoria de trabajo, como aquellas que implican mantener y manipular información ‘online’ hasta que se realiza una determinada acción.

Aunque los autores asumen que el experimento tiene sus limitaciones (por ejemplo el tamaño de los grupos es pequeño), animan a continuar investigando en este tema dada su importancia y el gran impacto negativo que tiene sobre los afectados.

De igual modo, parece que lo ideal sería proporcionarles herramientas que les permitan mejorar sus capacidades cognitivas y compensar en lo posible los efectos perjuiciosos del dolor sobre su funcionamiento mental.

Marisa Fernández, Neuropsicóloga Senior, Unobrain

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