Así es como debemos darnos el baño perfecto

Los expertos recomiendan la ducha como un hecho saludable por antonomasia que puede contribuir a mejorar nuestra salud física y mental. Desde Knowi nos dan las claves para que ésta sea perfecta

Mucho se ha hablado sobre la conveniencia de la ducha en beneficio al baño, la estimulación, la generación de bienestar, el fortalecimiento de nuestro sistema cardiocirculatorio, la propia higiene, la salud en definitiva.

Es bueno recordar que el agua en sí misma no es perjudicial, lo que sí debemos tener en cuenta son los aditamentos que utilizamos, geles, sales, acondicionadores, cremas, etc... que de alguna forma pueden hacer variar el Ph de nuestra piel. Por ello elegir un buen gel y seguir una serie de recomendaciones es muy importante para conseguir que la ducha sea perfecta.

-Para empezar, la temperatura del agua de la ducha no debe ser superior a 37ºC. El agua caliente reseca la piel, por ello lo ideal es que el agua de nuestra ducha tenga una temperatura de entre los 29 y los 37 grados.

Si nos duchamos con agua con temperaturas superiores a los 37 grados, que es la temperatura normal de nuestro cuerpo, de una forma prolongada y utilizamos el jabón o el gel de una forma intensiva podemos destruir el manto hidrolipídico que la cubre y protege. La piel muy seca puede agrietarse y dar lugar a un envejecimiento prematuro, a rojeces o dermatitis.

-El ph natural de la piel es 5,5, por ello es importante utilizar jabón, gel o champú neutro que no rompa el equilibrio necesario en la piel.

-El agua caliente produce vasodilatación con lo que tiene un cierto efecto sedante y libera la tensión acumulada durante la jornada. Por el contrario el agua fría produce vasoconstricción que tiene un efecto estimulante y contribuye a eliminar el cansancio físico y psíquico. La combinación idónea para una ducha perfecta es la de utilizar agua caliente primero y agua fría después.

-Tenemos que prestar especial atención a las zonas en las que tenemos mayor tensión muscular. Al principio la intensidad del agua debe ser intermedia, a la temperatura de nuestro cuerpo, para ir incrementando, progresivamente, tanto la intensidad como la propia temperatura, y a partir de ahí ir progresivamente disinuyéndola.

-Secarnos también es importante para evitar que por la humedad acumulada se puedan producir micosis (infecciones por hongos), especialmente en dedos, zonas interdigitales y uñas.

-Por último tras la ducha es bueno utilizar algún tipo de crema hidratante, este aspecto es importante puesto que contribuye a nutrir y proteger nuestra piel.

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