Muchas personas creen que al envejecer es irremediable que las personas ‘pierdan la cabeza’ en el sentido de ver como empeoran significativamente capacidades mentales como la memoria, la orientación o la habilidad para razonar.
Es verdad que al hacernos mayores nuestro cerebro también envejece y ello suele conllevar cambios a nivel cognitivo como ser más lentos a la hora de procesar la información o incluso ser menos flexibles a los cambios e imprevistos. Sin embargo, todo ello no significa que todos los ancianos vayan a desarrollar un deterioro progresivo de sus habilidades mentales.
Entonces, la pregunta que toca hacerse es ¿quién tiene más riesgo de sufrir un deterioro cognitivo importante? Pues aunque hablamos de probabilidades y no de certezas, parece que existen ciertos factores de riesgo y también otros que nos protegen del deterioro cognitivo allá por los 85 años.
La doctora Rosebud O. Roberts, de la Clínica Mayo en Rochester (Minnesota) y un equipo de investigadores han realizado un estudio en el que participaron 256 personas de más de 85 años a las que realizaron evaluaciones cognitivas mensuales a lo largo de 15 meses. Además, al inicio del estudio se recogió información sobre el estilo de vida que habían llevado y las enfermedades padecidas.
Los resultados se han publicado recientemente en la revista científica Neurology (2015) y nos permiten hacernos una idea de qué aspectos de la vida y la salud son relevantes como predictores de ese declive cognitivo más allá de lo esperado por la edad.
Entre los factores de riesgo encontramos que poseer el alelo E4 del gen APOE (tradicionalmente relacionado a la enfermedad de alzhéimer), presentar hipertensión hacia la mediana edad, estar deprimido, tener enfermedades vasculares y otras patologías crónicas fueron factores que se asociaban positivamente con un diagnóstico de deterioro cognitivo leve, independientemente de la edad, el sexo y el nivel educativo.
Por otro lado, entre los factores protectores los autores mencionan el participar en actividades sociales, artísticas o realizar manualidades tanto en la mediana edad como en la vejez, y curiosamente, usar el ordenador en la vejez se mostró importante como protector del deterioro cognitivo leve.
Este estudio es interesante. Evidentemente hay aspectos que no podemos controlar, como los genes con los que venimos, pero desde luego hay otros factores que dependen mucho de nosotros como nuestros hábitos y costumbres.
En este sentido, los autores explican que las estrategias preventivas frente al declive cognitivo deberían ponerse en práctica desde la mediana edad y mantenerse hasta la vejez para conseguir un mejor efecto.
Marisa Fernández, Neuropsicóloga Senior, Unobrain