Mucho antes que los huertos urbanos se volvieran la moda del momento, mi abuela Isabel ya estaba cosechando hierbas y vegetales en latones de galletas, cubos reciclados de pintura o en las esquinitas de su humilde patio de Villa Nevarez, en el casco metropolitano de Río Piedras.
Cualquiera pensaría que esto no rindiera mucho provecho, pero nada que ver.
Mi abuela tenía buena mano y entre toda su abundante cosecha, siempre recuerdo con cariño cómo le dedicaba especial atención a recoger las vainas de los gandules.
Era el ingrediente preciado de su rico sopón con arroz y tostones.
Con toda la paciencia del mundo, se sentaba a abrir cada vaina de piel sedosa para descubrir un grano saludable y verdoso. ¡Y que olor rico tenían! Casi floral, pero terrenal a la vez.
Este trabajo requería mucha labor y sin embargo, me parecía muy terapéutico sentarme con ella a abrir gandules durante la novela de la tarde, ya fuera que se tratara de Marimar o Rosa Salvaje. Un cafecito, un quesito de papa y la risa de mi abuela no tenían precio.
Al otro día ya venía la sopa o los gandules guisados. Mi abuela me decía que los comiera para mejorar la anemia y subir el hierro, aunque la verdad yo no requería de mucho convencimiento para devorar el plato.
Era una de sus recetas más sencillas, guidadas con un poco de ajo, recao o pimiento morrón, y no necesitaba nada más para mejorarlo.
Los beneficios de los guandules
Lo que no sabía era que los gandules eran mucho más beneficiosos de lo que contaba el conocimiento popular o mi querida abuela.
Y quizás, por eso, Isabel logró estar “como coco” y vivir una vida de 93 años.
Los guandules no solo son ricos en potasio, magnesio, calcio, fósforo y hierro, sino que son un grano muy recomendado para combatir el catarro, el envenenamiento del cuerpo, los problemas gástricos, la acidez y problemas de gases.
Además, este grano puede usarse para reducir el dolor en los órganos y mezclado con agua, puede curar la intoxicación del cuerpo. Esto incluye la peor de las crudas luego de una noche de copas.
En otras palabras, es el alimento perfecto para equilibrar el cuerpo y darle fuerzas con sus maravillosas bondades naturales.
En países como el Perú se aprovechan también de las hojas de esta planta para preparar una infusión contra la anemia, la diabetes y hasta diferentes tipos de infecciones en el cuerpo.
En Argentina, por su parte, se recomiendan los granos o las infusiones de sus hojas para mejorar la piel. Además, utilizan las flores para la bronquitis o el catarro. Igual ocurre en Panamá donde preparan infusiones para la diabetes.
Un poco de historia
El gandul es también considerado la “carne” de las personas de bajos recursos en la India y otros países de Asia, por lo que es común guisarlo con curry, salsas de tomate y otros condimentos.
Se cree que el grano llegó a esta parte del mundo gracias a comerciantes de India o Ceylán que hicieron negocio en Egipto durante los años 2,200 a 2,400 A. C.
Una vez en Asia, se fue regando a África y de ahí, llegó a América por medio del intercambio de esclavos. Hoy día es parte de los platillos típicos en países del Caribe como Puerto Rico, República Dominicana, Granada y Trinidad y Tobago.
El moro de gandules, por ejemplo, es un favorito de los amigos de República, mientras en Trinidad comen un guiso riquísimo con calabaza y especias llamado el Pelau. En Puerto Rico, por su parte, el arroz con gandules no puede faltar en ninguna fiesta de Navidad o cumpleaños.
Para propósitos de este post, sin embargo, preferí rendirle tributo a uno de los platillos preferidos de mi abuela: los gandules guisados con bollitas de plátano.
Aquí no hace falta carne por ningún lado. Este platillo lo tiene todo y promete complacer hasta a los gustos más exigentes… Bueno, ustedes me dirán. Espero que les guste.
Gandules guisados con bollitas de plátano - Ingredientes:
1 Plátano verde grande (o dos guineos verdes)
Adobo al gusto
2 Cucharaditas de harina
Aceite de oliva al gusto
1 Cucharita de tomillo fresco
2 Tazas de gandules blandos
½ Cebolla pequeña picadita
1 puño de recao (o cilantro)
1 Dientes de ajo machacados
1 Paquete de sazón con achiote
3 Cucharaditas de pimiento morrón picadito (opcional)
Utiliza la parte más fina del rallador, para rallar un plátano verde o dos guineos verdes. Mézclalos en un envase con adobo y dos cucharaditas de harina.
Luego, forma bolitas pequeñas para guisar con los gandules. A esto le llamamos bollitas porque “flotan” en el guiso.
Luego sofríelas por unos 3 minutos en la olla con unas gotitas de aceite de oliva. Sácalas del fuego, mientras sofríes el resto de los vegetales. Incorpora media cebolla pequeña bien picadita, un puño de recao, el ajo y el tomillo. Cocina por 5 minutos. Añade una dos tazas de gandules blandos y 1 1/2 tazas de agua.
Añade un paquetito de Sazón con achiote, las bollitas de plátano, sal al gusto y unas cucharaditas de pimiento morrón picadito si lo deseas. Déjalo guisar hasta que los granos estén bastante blandos. Sírvelo solo o sobre arroz blanco. Listo.