Es decir, que los síntomas físicos son variables y pueden iniciarse con una alteración en la olfacción: los alimentos pierden el gusto inicial de sus gratos olores o presentar una modificación de la escritura, les cambia la firma y el escribir (micrografía).
Por el contrario, pueden sentir severos dolores musculares que no encajan en un dermatoma o en alguna enfermedad reumática o puede la persona perder la “gracilidad” al caminar, les disminuye la ligereza de los movimientos por inavolidad de brazos o piernas (se congelan).
A veces estos son los síntomas premonitores de la Enfermedad de Parkinson, sin que necesariamente estén presentes el clásico temblor o la rigidez, pues si están es el mismo paciente quien nos dice: “doctor creo que tengo Parkinson”.
Las teorías sobre su producción son variadas: La viral, la genética (sinucleína, LRRK2,Tau), en este campo se ha avanzado mucho, pero sólo pueden explicarnos el 10% de los casos.
La teoría tóxica plantea que el Parkinson nació con la revolución industrial teoría no sustentable, pues ya los Vedas 2,000 años antes de Cristo para las personas “temblorosas” aconsejaban un brebaje con la hierba Musura Pruriens, la que tiene un 3% de L-Dopa, un precursor de la dopamina, es la sustancia que está alterada en su producción y absorción particularmente en la sustancia Nigra de los Ganglios basales (Pars Nigra Compacta) y es la razón hoy aceptada de la génesis de los síntomas de la enfermedad de Parkinson.
La teoría vascular sustentada por algunos plantea que la enfermedad es consecuencia de una alteración vascular (falta de sangre) en esos ganglios cerebrales.
Esta teoría vascular (como en el Alzheimer) cobra fuerzas y pudiera explicar parte de los síntomas psiquiátricos: insomnio, depresión, alucinaciones, psicosis, celotipia y demencia que se pueden presentar en casos avanzados de la enfermedad.
Mencioné el pasado domingo que tenía otro grato recuerdo y es que recordé que hace ya unos años en Barcelona, en el Congreso Mundial de Movimientos Anormales, tanto el Dr. Julián Sued, prominente neurólogo santiagués y yo fuimos juramentados como delegados para el país de dicha Sociedad, por el gran amigo, el neurólogo español Dr. Eduardo Tolosa Sarró, quien a la sazón presidía la principal Asociación de neurocientistas interesados en los movimientos anormales.
El futuro va en el camino de la mejoría de las técnicas microquirúrgicas (la neuronavegación y la nanotecnología) el descubrimiento de nuevas alternativas medicamentosas que tengan menos efectos secundarios, explorándose otras vías farmacológicas que no sean las dopaminérgicas y poder desarrollar terapias más efectivas de neuroprotección neuronal para así aminorar el temido deterioro cerebral.
En algo coincidimos todos los que vemos Parkinson y es en el hecho de que a más precoz diagnóstico y el temprano inicio del manejo terapéutico con los medicamentos que hoy disponemos, mejor será el pronóstico para el paciente, pues así se evitará más daño cerebral, como pasa en todos los procesos degenerativos del órgano más importante de la humana anatomía: nuestro cerebro.
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