El alcohol durante el embarazo provoca daños irreversibles al bebé

El trastorno del espectro del síndrome alcohólico fetal es bastante frecuente y poco reconocido debido al consumo de alcohol materno durante el embarazo.

A pesar de que es prevenible y se conocen muy bien los efectos prenatales del consumo de alcohol, siguen naciendo niños con el trastorno.

Sus consecuencias afectan al individuo, su familia y a la sociedad en general.

Los costes son muy elevados tanto en el aspecto personal como financiero. Es preciso concienciar a los profesionales sanitarios para que aumenten sus conocimientos, desarrollen y difundan tratamientos eficaces y estrategias de prevención, en los diferentes niveles.

Un reciente artículo comentado por la doctora española Inés Hidalgo, comenta que un estudio publicado en la revista americana Pediatrics ha determinado que los trastornos del espectro del síndrome alcohólico fetal (TESAF) son mucho más elevadas que la mayoría de las estimaciones previas de la población general de los Estados Unidos, Europa o Canadá.

El estudio indica que se pensaba que afectaba a entre 0,2 y 1,5 niños de cada mil, cuando los nuevos datos indican que afecta a entre 6 y 9 de cada mil, seis veces más. Este estudio norteamericano ha cifrado el total de los niños con trastornos del espectro del síndrome alcohólico fetal en EE.UU. entre el 2,4 y el 4,8%.

Trastorno del síndrome

El trastorno del espectro del síndrome alcohólico fetal (TESAF) es debido al consumo de alcohol materno durante el embarazo. En casos extremos puede causar la muerte fetal y el SAF.

Los casos más leves presentan sólo características faciales o sólo problemas conductuales, cognitivos e, incluso, se puede ver un paciente con un cociente intelectual normal que no desarrolla todo su potencial.

El síndrome alcohólico fetal (SAF) es una de las causas más conocidas de retraso metal, ya que el alcohol produce daños irreversibles en el Sistema Nervioso Central, además de afectar otros órganos y sistemas.

No se conoce cuál es la cantidad segura de ingesta de alcohol durante el embarazo, por lo que se recomienda la abstinencia total a las madres gestantes. Se sabe que origina daños en todas las etapas del embarazo. En el primer trimestre causa anomalías estructurales: faciales, cerebrales; en el segundo hay más riesgo de aborto espontáneo y en el tercero disminuye el peso, la longitud y el crecimiento cerebral. Aproximadamente, el 70% de los niños con alta exposición prenatal al alcohol tienen alteraciones neuroconductuales.

El alcohol atraviesa libremente la placenta, por lo que los niveles de alcohol en sangre fetal se acercan a los niveles maternos a las dos horas de la ingesta materna.

El feto es particularmente vulnerable al consumo materno de alcohol, debido a la eliminación ineficiente y a la exposición prolongada. El alcohol se elimina del compartimento fetal con una tasa de solo el 3 al 4%, respecto de la tasa materna. 

Además, gran parte del alcohol se excreta por el feto en el líquido amniótico y se “recicla” a través de la deglución fetal del líquido amniótico y la absorción intramembranosa.

Las características clínicas pueden variar con la edad. Los dimorfismos faciales pueden ser evidentes al nacer, aunque pueden no ser reconocidos: hendiduras palpebrales cortas, labio superior delgado, filtro suave, microcefalia.

El retraso del crecimiento puede ocurrir antes del nacimiento o después. El deterioro del sistema nervioso central puede no ser evidente hasta que el niño está en la escuela.

Se pueden observar síntomas de trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), trastornos del sueño, del humor, desinhibición… Las anormalidades incluyen: disminución del volumen cerebral que influyen en el control de impulsos y el juicio, la transferencia de información entre los hemisferios, la memoria y el aprendizaje, la coordinación motora, la capacidad de trabajo hacia las metas, y la percepción del tiempo.

El diagnóstico de los expertos

El alcohol puede producir otras anomalías menores: alteraciones de las orejas, labio leporino, paladar hendido y clinodactilia. Igualmente, otros defectos estructurales sistémicos, pueden ser: cardíacos, músculo-esqueléticos, renales, oculares y auditivos, entre otros. Hay varios esquemas diagnósticos desarrollados por diversos consensos de expertos.

Todos ellos se centran en la dismorfia facial, el retraso de crecimiento y la afectación del sistema nervioso central, pero pueden diferir en los requisitos a cumplir. Para el diagnóstico, es preciso confirmar la exposición prenatal al alcohol, la exclusión de otros posibles diagnósticos y comorbilidades, y determinar el perfil neuroconductual del paciente.

Se tendrá en cuenta la presencia de posibles factores de riesgo. Si se sospecha el cuadro, se derivará a un equipo multidisciplinar con experiencia: pediatra, neurólogo, psicólogo, logopeda y genetista. Este último es muy útil para excluir otros síndromes o diagnósticos coexistentes.

La pediatra española Inés Hidalgo, recuerda que el pediatra de Atención Primaria tiene un papel importante a desarrollar tanto en la identificación temprana de los pacientes afectados, que se asocia con mejores resultados, y también para prevenir que se repita en embarazos posteriores, identificando a las mujeres que consumen alcohol, animándolas a reducir/suspender ese consumo. Importante también será la educación en escuelas y población general, para que las mujeres eviten el consumo de alcohol antes de la concepción y durante el embarazo.

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