En la vida nos topamos con personas que ante una situación adversa no se doblegan, salen adelante y están emocionalmente listas para lo que viene.
Ante ellas, uno se pregunta: ¿cómo lo hacen?, ¿son personas sin sentimientos?, ¿son personas frías?
La realidad es que son personas comunes y corrientes, que sienten y sufren ante el fallecimiento de un ser querido, la pérdida del empleo, los problemas financieros, la enfermedad, etc., pero no sucumben porque tienen la cualidad de ser resilientes. Es decir que su entereza se cimienta en la resiliencia.
Y qué es la resiliencia
El diccionario de la Real Academia Española, en sus avances de la vigésima tercera edición, la define como la “capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas”.
“Es la capacidad de afrontar la adversidad y lograr adaptarse bien ante una tragedia, trauma o situación estresante”, ahonda Anabel Castrezana, psicoterapeuta vinculada a Kaiser Permanente, Santa Ana.
¿Se nace o se hace?
“La resiliencia es algo que toda persona puede aprender y desarrollar a través de la adaptación de una serie de conductas y formas de pensar -responde
Castrezana-. Es decir que hay que poner en práctica las técnicas que ayudan a superar las situaciones de adversidad”.
Técnicas que conducen a la resiliencia
- Siempre expresar nuestras emociones. “Podemos hablar de lo que estamos sintiendo con un ser querido o una amistad, o incluso podemos escribirlo en un diario. Al hacer esto, nos desahogamos y podemos poner en palabras nuestros sentimientos”, detalla la experta en comportamiento humano.
- Reconocer nuestros sentimientos. “Sea cual sea el sentimiento que estamos o estuvimos sintiendo –tristeza, dolor, enojo o estrés-, tenemos que aceptar que nos afecta o afectó y nos provocó dicho sentimiento”.
- Darnos tiempo para asimilar lo ocurrido. “Todos necesitamos nuestro tiempo de asimilación y transformación. Al aprender a superar un momento difícil, seremos capaces de confiar en nuestro poder de prevalecer ante la adversidad”.
- Permanecer optimistas. El pesimismo -o negativismo- impide la superación personal. “Si mantenemos siempre una actitud positiva ante la vida, podremos vencer la adversidad”, resalta Castrezana.
- Aprender del fracaso. “La clave para superar la adversidad es aprender a manejar de forma productiva el fracaso”. Al evaluar con serenidad lo qué nos condujo al fracaso podemos controlar nuestras emociones, pensar con claridad y llenarnos de fuerza para empezar de nuevo.
Agentes que influyen para ser o no resiliente
Algunos estudios han encontrado que ciertos mecanismos neurobiológicos, la genética y nuestras hormonas juegan un papel importante en la manera como la gente se adapta y reacciona ante el estrés o una situación de dolor o caos, explica Castrezana. “También influye nuestro entorno social, nuestra visión del mundo actual y la magnitud individual como vemos el suceso”.
La doctora Ana Nogales dice que ser una persona resiliente tiene sus ventajas. “De partida, tienen mejor salud porque saben cómo manejar el estrés y atravesar con fuerza y optimismo los eventos duros de la vida. Como quien dice, siempre ven con optimismo ese rayito de luz que brilla al otro lado del túnel”, denota la psicóloga y terapeuta de niños, adultos y familias.
Otra de la ventajas que tienen las personas resilientes es la de ser menos predispuestas a padecer de depresión u otros trastornos emocionales. Y la misma fortaleza, las hace personas más seguras en sí mismas y con una autoestima muy alta.
“La resiliencia es una cualidad maravillosa”, concluye Nogales. “Imagínate tener esa capacidad de aceptar la realidad tal y como es. ¡Eso es maravilloso!
Cuando se acepta la vida tal y como es se tienen menos problemas con la familia, los amigos o compañeros de trabajo; uno no se cae ante la adversidad. Al contrario, se hace más fuerte”.
Características de una persona resiliente
La psicoterapeuta Anabel Castrezana enumera las características de las personas resilientes:
Son positivas y con un buen sentido del humor.
Son sociables, mantienen amistades duraderas y es fácil convivir con ellos.
Dominan la buena comunicación y son accesibles.
Saben controlar sus impulsos y emociones y lidiar con cualquier problema que se les presente.
Tienen una autoestima positiva y presentan una alta capacidad de automotivación.
Son flexibles en sus pensamientos.
Son generosas y les gusta hacer cosas por los demás.