La progeria es una enfermedad genética de la infancia extremadamente rara, que se caracteriza por producir un envejecimiento brusco y prematuro en niños entre su primer y segundo año de vida.
Aunque no se ha observado que la enfermedad afecte a un sexo en particular, se ha notado una mayor incidencia en niños de raza blanca, quienes reportan el 97% del total de los casos.
La forma más severa de esta enfermedad es la llamada síndrome de Hutchinson-Gilford nombrada así en honor a Jonathan Hutchinson, quien fue el primero en descubrirla en 1886 y de Hutchinson-Gilford quien realizó diversos estudios acerca de su desarrollo y características en 1904.
Los niños que nacen con esta enfermedad pueden, en primera instancia, no presentar características especiales; sin embargo, en algunos casos pueden percibirse características como nariz de forma esculpida, esclerodermas y cianosis facial.
¿Cómo identificarla?
En cuanto a los síntomas de la progeria, estos se manifiestan durante el primer año con anomalías tipo retardo en el crecimiento, cráneo de gran tamaño, alopecia, piel seca y arrugada, ausencia de grasa subcutánea y rigidez articular. A partir del segundo año se presentan otros síntomas como la caída del cabello.
Otros síntomas son la pérdida de pestañas y cejas, mandíbula pequeña y retardo o ausencia en la formación de dientes. Cabe recordar que si su hijo padece alguno de estos síntomas, es importante que solicite una cita con un médico.
Lamentablemente, esta enfermedad no tiene cura ni tratamiento, por lo que las personas que la padecen tienen una esperanza de vida entre 13 y 15 años.