Rehabilitación cardíaca también para los niños

El Gregorio Marañón ha puesto en marcha un programa pionero para ejercitar el corazón de niños con cardiopatías complejas

Adrián y Carlos son dos de los primeros niños con una cardiopatía congénita grave que se han beneficiado del programa de Rehabilitación Cardiaca Infantil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid.

Ahora «saben dónde están sus límites», señala Estrella García, la madre de Adrián. Con tan solo 8 y 9 años, Adrián y Carlos tienen toda la energía de los niños de esa edad y no se paran a pensar que tienen una cardiopatía congénita cuando va a jugar.

Gracias a este programa pionero, que ya ha tratado a 40 pacientes, los niños siguen un entrenamiento monitorizado y seguro con el que mejoran su capacidad para hacer ejercicio, explica el cardiólogo Constancio Medrano. De esta forma, no solo mejoramos su función cardiaca, «sino también otros aspectos físicos, psicológicos y sociales, que inciden en su calidad de vida».

El programa se ha iniciado con niños cardiópatas a partir de seis años y en los que ha transcurrido al menos uno tras la última cirugía. La selección de los niños es clave, apunta Medrano. «Se establece la situación respiratoria y cardiológica de partida y si los datos son favorables y cumplen criterios de inclusión, se fijan las metas en el tratamiento». Así se diseña un programa personalizado de ejercicio controlado por telemonitorización, que incluye entrenamiento respiratorio y muscular, y ejercicios de flexibilización y coordinación, además de charlas educativas y una valoración psicológica. «Pero nunca olvidamos el factor lúdico», subraya Medrano.

Seguridad es una palabra clave en el programa. La sala de rehabilitación, comenta Medrano, cuenta con cintas para correr, bicicletas, videoconsolas, etc. para que puedan entrenar. Y todo ello bajo vigilancia médica y monitorización por telemetría para controlar en todo momento de las constantes de los niños y ajustar el entrenamiento al esfuerzo que pueden realizar sin que haya riesgo. «Los niños aprenden jugando a conocer sus límites y a controlarse, y además inculcamos el hábito del ejercicio físico», señala el cardiólogo.

Y tiene además un beneficio añadido: adiós al miedo de los padres. «Aunque el miedo siempre está presente –reconoce Nuria-, ahora estamos mucho más tranquilos». Adrián, operado de una tetralogía de Fallop, «siempre ha sido un niño muy activo e inquieto que no se ponía límites; pero ahora, además de estar menos cansado, es mucho más responsable, incluso en otros ámbitos de su vida», añade Isabel.

Ahora sabe cuándo parar

El programa tiene una duración de tres meses pero no termina allí. «Carlos es muy responsable y hace los ejercicios en casa y ahora ya sabe cuándo debe parar», reconoce Nuria, su madre. Y tampoco se olvida de ellos Adrián, «cada mañana tiene su rutina de ejercicio» apunta Isabel.

En realidad se trata de un cambio de paradigma en el manejo de este tipo de cardiopatías, asegura el cardiólogo. «Hasta hace poco no se recomendaba el ejercicio físico en estos niños». De hecho, reconoce Medrano, «nosotros mismos aconsejábamos no hacer ejercicio». Pero ahora, a tenor de nuestros resultados, «estamos rompiendo tabúes» al demostrar que estos niños «no solo pueden hacer ejercicio físico», sino que «éste es recomendable para su salud general».

El objetivo, como se hizo con la rehabilitación cardiaca en adultos, es formar a otros cardiólogos infantiles para ir implantado en el resto de España unidades como ésta que fomenten el ejercicio saludable en estos niños.

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