El cambio climático extenderá las enfermedades infecciosas emergentes

En pocos años podrían darse brotes de ébola y otras enfermedades infecciosas emergentes, como el virus del Nilo Occidental, en zonas en las que hoy son desconocidas.

De hecho, estas acabarán afectando a animales que hoy no las desarrollan, y todo ello, como consecuencia del cambio climático. Estas son, en esencia, las principales conclusiones de un estudio impulsado por el zoólogo Daniel Brooks, del Laboratorio de Parasitología Harold W. Manter de la Universidad de Nebraska, en Lincoln.

En su ensayo, que publica la revista Philosophical Transactions of the Royal Society B, Brooks sostiene que los profundos cambios en los ecosistemas que se producirán como consecuencia de este fenómeno acabarán poniéndonos en contacto con patógenos capaces de hacernos enfermar ante los que nunca hemos estado expuestos.

Lo mismo ocurrirá con la fauna salvaje, el ganado o los cultivos. “Sin duda se producirá una gran cantidad de brotes muy localizados, lo que pondrá a prueba los sistemas de salud y los recursos veterinarios”, señala.

Este proceso comienza a ser perceptible tanto en los trópicos como en algunas regiones árticas. Así, Brooks destaca que en zonas de Costa Rica en las que han desaparecido los monos capuchinos y araña, sus parásitos se han “mudado”, por así decirlo, a los monos aulladores.

En Canadá, se ha descubierto la presencia en bueyes almizcleros (unos bóvidos que habitan en áreas muy septentrionales) de unos nematodos que se dan en los caribúes.

Brooks advierte que aunque ha venido asumiéndose que los parásitos no pueden pasar fácilmente de una especie a otra, este nuevo escenario parece propiciarlo.

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