Las mujeres con una visión superhumana.

  • por BBC lunes 15 septiembre 2014

Un pequeño grupo de personas puede ver colores "invisibles" que nadie más puede percibir, descubre David Robson, columnista de BBC Future. ¿Cómo lo hacen?

Cuando Concetta Antico llevaba a sus alumnos al parque para una lección de arte, les solía preguntar acerca de los distintos matices que ella podía distinguir.

"Les decía, 'Miren la luz en el agua: ¿pueden ver el rosado que reluce a través de la roca? ¿Pueden ver el rojo en el borde de esa hoja?'". Ellos asentían con la cabeza.

Años más tarde, se dio cuenta que sólo por cortesía no le decían la verdad: los colores que ella veía tan vívidamente eran invisibles para ellos.

Hoy en día, ella sabe que esto es un síntoma de una condición conocida como "tetracromatismo".

Ver lo invisible

La gente como Antico puede ver colores que son invisibles para la mayoría de nosotros.

Piense en un camino de gravilla. Lo que a nosotros vemos de un sobrio color gris, brilla como la vidriera de una joyería para Antico.

"Para mí, las pequeñas piedras sobresaltan de color anaranjado, amarillo, verde, azul y rosa", dice ella. "Me sorprendí mucho cuando me di cuenta de lo que los otros no son capaces de ver".

Los tetracrómatas son bastante raros y, gracias a que es una artista, Antico es capaz de darnos una visión de su mundo.

Según Kimberly Jameson, de la Universidad de California, Irvine, quien ha estudiado extensivamente a Antico, es hasta posible que su caso sugiera maneras para que más gente vea de la misma manera.

¿Vemos lo mismo?

La pregunta de si todos vemos los mismos colores ha sido cuestionada ampliamente a lo largo de la historia de la filosofía y la ciencia.

Casi todos tenemos tres tipos de conos, las células sensibles a la luz situadas en la retina, y que cada uno responde a luz de un ancho de banda diferente.

El color de un objeto depende de la combinación particular de dichas señales y, aunque la sensibilidad puede variar entre la gente, en general los colores que ve una persona deberían coincidir con los de otra.

Las personas daltónicas serían la excepción, pues uno de sus conos es defectuoso. Su reducida sensibilidad a ciertas longitudes de onda hace que tengan dificultad para distinguir entre los rojos y verdes, por ejemplo.

El factor X del cono

Gracias a una mutación en un gen que influye en el desarrollo de la retina, los tetracrómatas cuentan con un cono adicional y, según algunas estimaciones, su existencia ofrece un centenar de variantes diferentes para cada color percibido normalmente por los humanos.

Sabemos que esto sucede en la naturaleza: los pinzones cebra y peces de colores tienen un cuarto cono que parecería ayudarlos a diferenciar colores aparentemente idénticos.

Probar que ocurre en humanos, fue más difícil.

Hace unos 20 años, Gabriele Jordan de la Universidad de Newcastle y John Mollon de la Universidad de Cambridge, argumentaron que podía ser posible en los seres humanos.

El punto crucial del argumento era el hecho de que los genes de nuestros tipos de conos rojos y verdes se encuentran en el cromosoma X.

Como las mujeres tienen dos cromosomas X, potencialmente podrían tener dos versiones diferentes de los genes, con códigos para conos sensibles a rangos ligeramente distintos del espectro. Además de los otros dos conos no afectados, tendrían cuatro en total, es decir, podrían ser tetracrómatas.

Por esa razón, se piensa que es una condición exclusiva de las mujeres, aunque los investigadores no pueden descartar totalmente la posibilidad de que los hombres también la hereden de alguna manera.

Diferencias sutiles

Esa era la teoría, pero demostrar que hay mujeres que ven el mundo de otra manera ha involucrado dos décadas de trabajo.

Aunque la correspondiente combinación de genes no parece ser particularmente rara (es posible que el 12% de las mujeres tenga cuatro conos diferentes), muchas no mostraban diferencias de percepción.

Pero hacia el año 2010, la científica encontró un sujeto que se comportaba como un tetracrómata.

Para sus pruebas, Jordan usaba discos de colores con mezclas diferentes de pigmento, como un verde hecho de amarillo y azul. Las mezclas eran demasiado sutiles para la mayoría de la gente: casi todos veían el mismo tono de verde oliva, pero cada combinación emitía un espectro de luz perceptible únicamente para alguien con un cuarto cono.

El sujeto de Jordan veía la diferencia entre los discos. "Cuando se le pide a un tetracrómata que discrimine entre dos mezclas, lo puede hacer muy rápidamente. No duda", dice Jordan.

De compras con una tetracrómata

Cuando se divulgaron las extraordinarias habilidades de la mujer encontrada por Jordan, la pregunta de muchos era ¿cómo se ven esos colores?

Pero ella no quería dar entrevistas. No obstante, la noticia de su existencia hizo que otras tetracrómatas potenciales se acercaran.

Una de ellas es Maureen Seaberg, periodista y escritora de Nueva York.

"Siempre he tenido discrepancias con la gente acerca de los tonos de colores", ella dice.

Al comprar ropa, por ejemplo, a menudo encuentra que los tops y las faldas haciendo juego desentonan por ser de diferentes matices y nadie parece darse cuenta.

Su sensibilidad a veces desconcierta a quienes la rodean: una vez, al ayudar a restaurar una casa, rechazó 32 muestras de pintura antes de dar con el tono adecuado. "Los de color beige eran demasiado amarillos y no eran suficientemente azules ni fríos; algunos de los tonos almendra eran demasiado anaranjados", recuerda. Las distinciones que confundieron mucho a la empresa constructora.

Se trata apenas de evidencia anecdótica, pero ilustra un poco cómo los tonos aparentemente idénticos pueden parecer notablemente diferentes para un tetracrómata.

El camino del color

No todos los tetracrómatas tienen habilidades tan sorprendentes.

Para Jameson, la percepción de Antico supera a la de otros tetracrómatas que no han sido entrenados artísticamente. "Concetta es la tormenta perfecta para la tetracromía por su experiencia en aprendizaje perceptual pues trabaja con el color a diario".

Si eso se confirma en subsiguientes investigaciones, Antico espera que ella también sea capaz de desarrollar un sistema de entrenamiento para que las niñas tetracromáticas desarrollen su potencial.

Pero su ambición va más allá. Antico cree que podría ayudar a la gente a ver el mundo de una manera diferente.

Anecdóticamente, dice que algunos de sus estudiantes han comenzado a notar algunos tonos adicionales por sí mismos.

"Es como si se levantara una cortina".

Sin los genes nunca podremos lograr una visión tetracromática completa, pero tal vez la gente como Antico pueda señalarnos algunas diferencias que sólo podemos percibir con entrenamiento.

"¿Qué pasaría si los tetracrómatas pudieramos mostrarle el camino del color a las personas que son menos afortunadas?", dice. "Quiero que todos vean cuán hermoso es el mundo".

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