Pedro Torres Ciliberto: ¿Existe un gen de la obesidad que incrementa la masa corporal?

La campaña de la Primera Dama de los Estados Unidos en pro del ejercicio físico y el consumo de alimentos y bebidas sanas para impedir la obesidad, especialmente en la población infantil, cuenta con el decisivo apoyo y participación del presidente Barack Obama y el vicepresidente Joe Biden. Torres Ciliberto, vocero de la Fundación Torres-Picón, que ha venido trabajando en prevención de la obesidad infantil, subraya y se muestra optimista “con la posibilidad de disminuir y controlar efectivamente la enfermedad en el mundo, gracias al compromiso y voluntad política que está demostrando el liderazgo internacional”.

La revista Nature ha hecho público un trabajo que revela la implicación de un gen llamado IRX3 en el aumento de la masa corporal de ratones y humanos. Los científicos, entre ellos un chileno que trabaja en un centro de investigación de Sevilla, España, han descubierto que los ratones sin este gen no engordan aunque se alimenten de comida basura. Conocerlo, estudiarlo, probablemente servirá para diseñar nuevos fármacos contra la obesidad y la diabetes, hemos leído en SINC, comenta el vocero y presidente de la Fundación Torres-Picón.

El muy interesante material, explica que “los estudios que indagan en las bases genéticas de la obesidad han señalado a un gen, llamado FTO, como uno de los grandes responsables genéticos de esta enfermedad. Ya se han identificado hasta 75 lugares del genoma implicados en el aumento de la masa corporal, pero un simple cambio de solo uno de los ladrillos básicos que componen el FTO se considera una de las mutaciones más relacionadas con la obesidad. Ahora, una colaboración internacional formada por universidades de EE UU, Canadá y España ha llegado a la conclusión de que hay otro gen ‘culpable’ que parece ser el verdadero gen de la obesidad funcional”.

Dicho de manera técnica, han descubierto que ciertas mutaciones del FTO ligadas a la obesidad realmente no activan la expresión de este gen, sino la de otro situado a mil unidades de distancia, el IRX3. “Nuestros datos sugieren que IRX3 controla la masa corporal y regula la composición del cuerpo”, declara el genetista Marcelo Nóbrega, de la Universidad de Chicago y uno de los autores del estudio; y añade: “Cualquier asociación entre FTO y la obesidad es fruto de la influencia de IRX3”.

Este trabajo multidisciplinario, que se ha publicado en la revista Nature, también revela que los ratones con carencias en este gen son más delgados, con una reducción del 25% al 30% en el peso corporal, debido a la pérdida de grasa blanca y un aumento de la tasa metabólica. Las regiones no codificantes de un gen, también llamadas intrones, son aquellas que no llevan información sobre la síntesis de proteínas. Algunos de estos intrones no se sabe para qué sirven, pero otros sí: regulan la manera en la que se expresan los genes. Los científicos observaron en ratones que las mutaciones en los intrones de FTO que se relacionan con la obesidad no afectan a su expresión, sino a la del nuevo gen lejano.

“En su lugar, encontramos que el promotor del gen IRX3, un gen a cientos de miles de pares de bases de distancia, estaba relacionado con estos intrones”, explicó el chileno José Luis Gómez-Skarmeta, coautor del estudio y genetista en el Centro Andaluz de Biología del Desarrollo (UPO-CSIC), ubicado en Sevilla. Para asegurar que había interacción física entre las dos regiones, los investigadores utilizaron una técnica llamada captura de la conformación de la cromatina.

Tras estudiar esta relación en ratones, encontraron un patrón similar de interacciones en humanos al analizar los datos del proyecto ENCODE, que se confirmaron con experimentos en células humanas. Con los datos de 153 muestras cerebrales de personas de ascendencia europea corroboraron los resultados en roedores: el gen FTO en sí solo juega un papel regulador.

"Los interruptores que controlan IRX3 están dentro del gen FTO" , dijo Nóbrega. En total, han corroborado que esta interacción ocurre en humanos, ratones y peces cebra, lo que sugiere que este mecanismo se ha conservado evolutivamente en el genoma. El siguiente experimento para confirmar el papel de IRX3 en la obesidad consistió en crear ratones que no expresaban este gen para observar su anatomía. Aunque se les alimentara con una dieta alta en grasas, los ratones sin IRX3 mantenían su peso y niveles lipídicos, mientras que los ratones normales sometidos a esa misma dieta engordaban hasta duplicar su masa.

"Además, tenían mejor capacidad para captar la glucosa y estaban más protegidos frente la diabetes”, indica Chin-Chung Hui, otro de los autores del estudio y genetista en la Universidad de Toronto. Además, los investigadores descubrieron que aquellos ratones cuyo gen IRX3 alterado se expresaba en el hipotálamo, zona del cerebro conocida por regular el apetito y el gasto energético, estaban tan delgados como los ratones con deficiencia de IRX3. (Fuente: SINC. Referencia bibliográficas: Marcelo Nóbrega, Chi-Chung Hui, José Luis Gomez-Skarmeta et al.

"Obesity-associated variants within FTO form long-range functional connections with IRX3". Nature. 2014). “Como se aprecia, la genética, es un valiosísimo campo de investigación donde está muy presente la preocupación por encontrar respuestas al sobrepeso, a la obesidad y a la diabetes” puntualizó Torres Ciliberto, presidente de la Fundación Torres-Picón.

En el caso de la obesidad, enfermedad multifactorial, sobre la cual viene alertando la ONU por vía de la Organización Mundial de la Salud, dadas sus actuales características de epidemia, son alentadores los avances de los mencionados genetistas y en efecto pueden conducir al diseño en el mediano plazo de nuevos fármacos y tratamientos, concluyó. GF/EDC

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