No es noticia que en esta época haga mucho calor, por mucho que en los medios de comunicación veamos que tenemos que enfrentarnos a temperaturas altísimas. Para dormir se hace un fastidio. Pero diversas investigaciones, así como una contrastada sabiduría popular, nos proporcionan una larga lista de pequeños consejos que, juntos, nos permiten sortear las noches en vela.
Hay infinidad de detalles en apariencia nimios que pueden marcar la diferencia entre dormir cuatro horas a ratos u ocho a pierna suelta, aunque con otros todavía exista cierta controversia o parezcan contradecir el sentido común. Por ejemplo, es de cajón que si dormimos desnudos pasaremos menos calor puesto que nuestro cuerpo estará cubierto por menos prendas, ¿verdad? Según explica el doctor experto en sueño Neil Stanley en las páginas de The Daily Mail, no es así. Es preferible llevar pijama de fibra, puesto que absorbe el sudor. ¿Qué más podemos hacer?
Las sábanas, al congelador
Una posibilidad un tanto excéntrica pero útil es doblar las sábanas, meterlas en una bolsa e introducirlas durante las horas previas al sueño en la nevera. Aunque el efecto será temporal, puesto que pronto nuestro cuerpo las calentará, ayudará a que la temperatura de este disminuya al introducirse en la cama, un factor decisivo para conciliar el sueño.
Dúchate con agua fría (pero no demasiado)
Para conseguir que nuestra temperatura descienda en medio grado –lo ideal para dormirnos–, podemos ducharnos antes de meternos en la cama con agua templada o fría. Eso sí, no demasiado, puesto que si nos pasamos, sólo conseguiremos espabilarnos.
Abandona a tu pareja
Aunque sólo por un tiempo. Puesto que el cuerpo humano es una importante fuente de calor, dormir en otra habitación separada las noches más calurosas hará descender la temperatura de ambas estancias.
Donde esté una hamaca, que se quite la cama
Si tu dormitorio es amplio, o disfrutas de un jardín en el que puedas instalarla, una hamaca es una alternativa interesante. ¿Por qué? Porque el dormitorio es un lugar lleno de mantas, almohadas, sábanas y colchones, artilugios relacionados con el sueño que sofocan el ambiente. Por el contrario, la ligereza de la hamaca permite que el aire fluya mejor.
La cara es lo importante
Una de las máximas a la hora de conciliar el sueño es asegurarse de que el rostro está fresco, puesto que nuestras mejillas pueden llegar a liberar gran parte del calor acumulado por el cuerpo. Para ello podemos instalar un ventilador cerca de nosotros, pero no demasiado, puesto que esto puede ocasionar que nos resfriemos o, incluso, que nuestros nervios faciales resulten dañados. De esa manera podemos conseguir que la temperatura de la habitación descienda sensiblemente.
Nada de comilonas nocturnas
Es preferible introducir en la última comida del día alimentos hidratantes como la fruta o la verdura y eliminar grasas y carnes. Además, debemos asegurarnos de que pasa el tiempo suficiente entre la ingesta de los alimentos y el momento en que nos metemos de la cama para que nuestro cuerpo ya haya hecho la digestión.
El alcohol es tu gran enemigo
Puede parecer que las bebidas espirituosas son una buena herramienta para conciliar el sueño, pero, incluso en el caso de que nos haga quedarnos dormidos con mayor rapidez, nos dará muchos más problemas a lo largo de la noche.
Ello se debe a que reduce nuestra etapa REM del sueño y deshidrata nuestro cuerpo, por lo que nos podemos sentir menos descansados de lo que deberíamos al levantarnos. Por supuesto, si bebemos líquidos en abundancia antes de dormir, aunque sea agua, provocaremos que nos despertemos de madrugada con ganas de orinar.
Aire acondicionado sí, pero sólo si sabes cómo
Ventiladores y aires acondicionados son un buen atajo para refrescar la estancia, pero siempre y cuando mantengamos la temperatura entre los 20 y los 22 grados. De lo contrario, estaremos expuestos no sólo a resfriados inoportunos o a enfriamientos que nos desvelarán, sino también a sequedad en las mucosas.
Haz el baile de Dickens
En España desconocemos en qué consiste la danza del autor de Grandes esperanzas pero, al parecer, Dickens gustaba de ponerse de pie y pasearse lentamente moviendo los brazos por la habitación para eliminar el sudor corporal.
Deja de dar vueltas y encuentra la postura que mejor se adapte
Hay quien afirma que dormir de lado nos ayuda a conciliar el sueño –siempre y cuando nos sintamos cómodos en dicha posición–, puesto que hace que una menor superficie de nuestro cuerpo esté en contacto con las sábanas. Sin embargo, otra posibilidad para aquellos que dispongan de una cama de gran tamaño (o no tengan compañía en ella) es adoptar la posición de águila abierta o de estrella, es decir, con los brazos y las piernas abiertos para que las extremidades no estén en contacto entre sí.
Enfría tus muñecas
Dejar correr agua fría en tus muñecas durante más de un minuto ayudará a que la temperatura de tu cuerpo descienda antes de entrar en el dormitorio.
Duerme con bloques de hielo
En el caso de que el calor sea extremo, podemos introducir en un calcetín un bloque de hielo como los que se suelen emplear para llevar la comida en una nevera portátil, y posteriormente, depositarlo entre las sábanas.
El piso de abajo, mejor que el superior
Si tu vivienda tiene varios pisos, traslada tu dormitorio temporalmente al más bajo de ellos: las plantas inferiores suelen ser los más frescos puesto que el aire caliente tiende a ascender.
Usa calcetines y camisetas mojadas
Aunque es poco recomendable emplear calcetines secos durante el verano, puesto que impiden que el calor se elimine por las extremidades, humedecer las prendas y complementos con los que nos introduciremos en la cama reducirá la temperatura.