El ambiente en el que vivimos, trabajamos y nos relacionamos presenta múltiples retos para su habitabilidad. Las herramientas y productos que nos facilitan las actividades del día a día pueden también ser fuente de tóxicos que hay que saber gestionar con mucho cuidado. Aspectos como la luz, la limpieza o los materiales de los que nos rodeamos en el hogar plantean elecciones que afectan a nuestro bienestar.
Según explica Elisabet Silvestre, especialista en biohabitabilidad y salud ambiental y autora de ´Vivir sin tóxicos´ (RBA, 2014), "los hábitos más cotidianos y sencillos pueden ser relevantes para mantener en equilibrio el cuerpo y la mente. Como consumidores podemos actuar en nuestras decisiones, optando por productos y también con hábitos más saludables".
Aunque a dosis bajas, la exposición continuada a sustancias químicas, a radiaciones o mohos puede acabar sensibilizando el organismo, apunta la autora, que añade que en el caso de fetos, bebés, niños, personas mayores y quienes padecen sensibilidad química múltiple, fatiga crónica o electrosensibilidad los efectos de esta toxicidad pueden ser mayores.
"Aplicar el control ambiental es una potente y eficaz receta de salud: no dejes entrar al enemigo en casa", continúa Silvestre, que ha preparado un decálogo con los 10 puntos para minimizar los agentes tóxicos presentes en la vida cotidiana.
Los diez consejos para vivir sin tóxicos:
Un gesto tan sencillo como abrir las ventanas cada día, ayuda a renovar el aire y evita que se concentren sustancias nocivas en el aire del hogar, así como el gas radón, un gas nocivo que puede llegar desde el subsuelo sobre el que se edifican las viviendas.
2. Que entre el sol en casa
"Donde entra el sol, no entra el médico" reza el refrán. Deja que el sol entre en casa y toma el sol a diario unos 20 minutos. Es la mejor receta para regular el reloj biológico interno, mantener el sistema inmunológico y el sistema nervioso en buena forma. En las ciudades, encerrados en edificios todo el día, hay personas con síntomas de "hambre de luz", de falta de exposición solar, que se manifiesta con malhumor, apatía, dificultad concentración o alteraciones de sueño.
3. Luz artificial
"Vivimos encerrados en edificios e incluso de día se utiliza la iluminación artificial. El cambio de una bombilla puede producir grandes beneficios en el estado de salud", señala Silvestre. Aunque no todas las bombillas son iguales para nuestro cerebro. En las zonas de día, busca las que mejor reproducen la luz del sol, pide bombillas de espectro completo o de IRC (índice de reproducción cromática >90%). De noche emplea luces tenues y de luz más cálida y rojiza, como la de las antiguas incandescentes, así el cerebro se prepara para conciliar el sueño. Evita las azuladas que lo mantienen despierto.
4. Evitar los ´malos humos´
El humo del tabaco, la combustión de biomasa, estufas y calderas deficientes contribuyen a mermar la calidad del aire interior, el que respiras. Especialmente si hay niños en casa, si fumas hazlo en el exterior. Opta por estufas cerradas y revisa de forma regular las calderas y estufas.
5. Materiales saludables
Si reformas, si compras un mueble, si pintas las paredes del dormitorio, puedes estar introduciendo sustancias químicas nocivas al ambiente interior. Pinturas, barnices, colas, muebles o alfombras pueden esconder sustancias derivadas del petróleo, compuestos clorados (como el PVC) o bromados (como los productos anti-llama) que llegan al interior del cuerpo.
6. Limpiar sin ensuciar
La gran paradoja es que de forma habitual se realiza una higiene regular y casi excesiva y aunque se limpian las casas de microorganismos se las ensucia con sustancias tóxicas. Con el hábito de limpiar regularmente se aplican diferentes productos químicos y de esta forma se incorporan de forma silenciosa productos nocivos al ambiente. Opta por detergentes de "química verde" o mejor con certificado ecológico y tendrás la casa limpia, sin incorporar otros tóxicos.
7. Contacto con la naturaleza
Vivir en contacto con la naturaleza es fuente de salud. Hacer toma de tierra permite regular el bioelectromagnetismo corporal. Anda descalzo, en contacto con la tierra, practica el "earthing". En casa, revisa la toma de tierra del edificio. Y rodéate de plantas, además de aportar belleza son buenos purificadores naturales del aire y reguladoras de la humedad ambiental.
8. Cosmética y ropa
Mima la primera piel, tu piel, todo aquello que le apliques, acaba pasando al interior del cuerpo. Asegúrate de que los cosméticos y los productos de higiene personal estén libres de sustancias irritantes, alérgenos o nocivas. Formalhehidos, parabenes, ftalatos y triclosán son nombres de productos que deberíamos evitar. También la segunda piel, la ropa, mejor si es de fibras naturales, evita las sintéticas y apúntate a la moda sostenible.
9. Alimentación
Somos lo que comemos, los alimentos nos aportan las piezas fundamentales para construir y mantener en forma todas las células del organismo. Cuerpo y emociones van de la mano de los alimentos que ingerimos. Opta por frutas y verduras que no contengan pesticidas y por pescado de pequeño tamaño, tienen un menor contenido en metales pesados como el mercurio. Cocina a temperatura no muy alta, evitarás la formación de sustancias tóxicas. Elimina los recipientes de plástico para calentar o guardar alimentos calientes, las sustancias del plástico acaban pasando al alimento por el calor y son ingeridas.
10. Tecnología
Evita estar expuesto 24 horas al día a los campos eléctricos de la instalación de casa, equipos electrónicos y sus campos electromagnéticos y a los sistemas de comunicación inalámbrica. Aplica el principio de precaución y buenas prácticas de ´higiene energética´. Opta por tecnología con cable y durante el descanso nocturno evita la exposición a las radiaciones naturales y artificiales. Instala un desconector automático de la electricidad y no tendrás campo eléctrico mientras duermes; desconecta el móvil, routers y wifi por la noche y no mermarás el equilibrio del organismo, especialmente el de los más pequeños de la casa.