La tomografía axial computarizada o TAC, también conocida como escáner o TC (tomografía computarizada), es una prueba de diagnóstico no invasiva por la que se obtienen imágenes del cuerpo en forma de cortes o secciones, y cuando más moderna sea la máquina con la que se hacen, más cortes se pueden obtener.
Se utiliza para diagnosticar diferentes enfermedades y cada vez se usa en más especialidades, como oncología, neurología, cardiología. Una de las grandes ventajas que presenta es que no es invasiva, es decir, no produce daño en el organismo de la persona que se somete a ella.
Se llama así por las palabras griegas tomos (corte) y grafein (grabar). Las imágenes recogen el estado del órgano que se estudia, ya que a través de un programa informático que procesa esas imágenes se puede conocer el estado de la zona analizada.
Radiografía. Lo más incómodo de la prueba es que se hace tumbado en una camilla que va pasando muy despacio por una especie de anillo grande, que es donde se hace los cortes de estudio. En ocasiones, hay que parar la respiración para que las imágenes captadas tengan una mayor nitidez.
Se puede hacer con o sin contraste, es decir, introduciendo una solución que permite conocer mejor cómo está el sistema vascular.
No tenemos que tener miedo, porque no produce nada de dolor. Sólo puede ponernos un poco nerviosos el ruido de la máquina y el tiempo que se tarde en hacer.
Una de las especialidades donde cada vez está ocupando un lugar muy destacado es en cardiología, ya que permite conocer con precisión el estado del sistema sanguíneo, del corazón y de su anatomía.
Como no conlleva complicaciones, se puede hacer en personas de edad avanzada sin ningún problema. Las únicas que no se deben hacer un TAC son las embarazadas.