El colágeno, pieza fundamental en la estructura corporal, desempeña un papel vital en la unión de tejidos como la piel, músculos y huesos. Sin embargo, a partir de los 25 años, su producción natural disminuye, afectando directamente el proceso de envejecimiento cutáneo. Este componente esencial también se encuentra en otros lugares del cuerpo, como los dientes, córneas y vasos sanguíneos, existiendo 16 tipos diferentes, siendo los tipos I, II, III y IV los más destacados.
La pérdida de colágeno, una consecuencia inevitable del proceso de envejecimiento, puede ser combatida y retardada a través de una dieta equilibrada. La prolina, abundante en claras de huevo y productos lácteos, junto con la vitamina C presente en cítricos, se erigen como elementos cruciales para activar la producción de esta proteína esencial. Asimismo, los frutos rojos y azules, especialmente estos últimos, son fuentes ricas en lipoceno, un antioxidante que favorece la creación de colágeno.
Dentro de este grupo, destacan los frutos azules como las moras, arándanos y zarzamoras, por su mayor contenido de vitamina E, una sustancia antioxidante que no solo ayuda a renovar las células sino que también resguarda el tejido corporal de los radicales libres.
Además de promover la producción de colágeno mediante la alimentación, es esencial adoptar medidas preventivas para preservar la juventud de la piel. La exposición solar sin protección, el tabaquismo y el consumo de alimentos ricos en azúcar y carbohidratos refinados pueden acelerar el deterioro del colágeno. Un estudio de la Dartmouth Medical School, Estados Unidos, reveló que el azúcar obstaculiza la capacidad del organismo para reparar el colágeno dañado. Siguiendo estas recomendaciones y manteniendo un estilo de vida saludable, es posible conservar la elasticidad y vitalidad de la piel a lo largo del tiempo.
