Aedes Aegypti y la chikungunya

Se calcula que existen en la tierra alrededor de doscientos millones de insectos por cada Homo sapiens que la habita. Desgraciadamente, en nuestro encerrado antropocentrismo es duro aceptar que los artrópodos emergieron en el globo billones de años previo a la presencia la especie humana.

Esas formas de vida primitiva cuentan con variados mecanismos de adaptación más efectivos y superiores a los nuestros. El mosquito Aedes aegypti es un díptero de vuelo corto, originario del África, traído por barco a la isla a principios de siglo XVI durante el tráfico de esclavos. Encontró un receptivo clima cálido y húmedo con bastante agua y sombra, que eran condiciones óptimas para su reproducción, desarrollo y hábitat perenne.

En su ciclo evolutivo notamos que la hembra deposita sus minúsculos huevos en agua limpia y estancada. Del huevo nace una larva o gusarapo que luego se transforma en pupa, de la cual sale al aire un insecto adulto. La hembra es antropófila y vive de dos a tres meses. La mosquita no se conforma con acariciarnos la piel sino que nos clava con su aguijón, inyecta su secreción y luego succiona sangre, la cual no solamente le nutre, sino que estimula la producción de huevos.

Si una persona contiene en su circulación ciertos tipos de virus, los mismos pudieran pasar al estómago y cuerpo del hematófago. Así dicha mosquita se torna infectiva por el resto de su vida. De esa manera se convierte en vector de una serie de enfermedades que incluyen el Dengue y la nueva epidemia de enfermedad febril artrálgica de la Chikungunya.


 
Si bien es verdad que hemos sufrido un revés en el intento de borrar del mapa de la Hispaniola la presencia del mosquito Aedes, todavía estamos a tiempo de controlar y limitar su densidad poblacional. Con ello logramos contener la propagación de estas afecciones virales.

La Chikungunya tiene varias características clínicas similares al dengue pero la intensidad de ciertos síntomas y la frecuencia de otros nos ayudan a diferenciar una enfermedad de la otra. Una fiebre alta, acompañada de fuertes dolores en la coyunturas, junto a dolores musculares, malestar general y la aparición de un sarpullido con picazón de la piel, equivalen a una sospecha diagnóstica de la afección. Todavía a la altura del año 2014 la ciencia no cuenta con vacuna, ni una terapia específica para tratar el mal.

¿Cuál debe ser la estrategia a seguir en la epidemia? Por un lado, contener la propagación de la enfermedad evitando o disminuyendo la reproducción y desarrollo del agente vector, el mosquito Aedes aegypti.

Lo otro sería la detección de los individuos afectados para su atención y tratamiento, acorde con el protocolo de manejo. Montemos una campaña educativa permanente, sin prisa, pero sin pausa, ni falsas expectativas, teniendo como norte el continuo involucramiento de amplios sectores de la población en este nuevo reto sanitario.

Del África vino a quedarse el mosquito Aedes, al igual como lo hace ahora esta fiebre que es capaz de encorvarnos. Con fe, sacrificio y la colaboración ciudadana activa habremos de triunfar; por el bien de todos.

Fuente: Hoy.com.do

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