Este condón le corta los genitales al instante a quien intente violar a una mujer

“Me miró y me dijo, si hubiese tenido dientes ahí abajo…””. “Le prometí que algún día haría algo para ayudar a gente como ella”. Esto fue lo que hace más de veinte años le dijo una paciente que acababa de ser violada a la doctora sudafricana Sonette Ehler. Veinte años de investigación después, nació Rape-Axe como una forma de proteger a las mujeres de las violaciones. Es un preservativo femenino con dientes y cuchillas que se incrustan en el pene en el momento de la violación.

Rape-Axe se inserta en la vagina como un diafragma o tampón. Cuando la víctima es penetrada, el dispositivo corta los genitales del agresor con su sistema de seis cuchillas que atrapar al pene violador. Pero no queda ahí la cosa, porque Rape-Axe vuelve a cortar el miembro cuando el agresor intenta sacarlo. En caso de que el insista en su afán por desprenderse del condón, lo único que conseguirá es que el aparato se contraiga, acentuando significativamente el dolor. Este dispositivo sólo puede ser retirado con ayuda médico.

El violador, mientras tenga el condón aferrado a su pene, no podrá orinar y andará con tremenda dificultad. Únicamente podrá desprenderse de la trampa con una pequeña cirugía, por lo que en algún momento terminará acudiendo a un centro médico para tratarse, facilitando así su identificación y posterior detención. La doctora Ehlers asegura que el aparato no causa heridas en la piel, por lo que no se desprenden fluidos que podrían transmitir enfermedades de transmisión sexual, ni provoca daños irreversibles.

Rape-Axe fue patentado en 2005 y se popularizó en 2010, cuando se repartieron 30.000 unidades durante el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Se diseñaron varios planes para su comercialización, pero actualmente no está en venta para el público general… probablemente debido a la controversia generada.

Como era de esperar, cuando se escuchó por primera vez el nombre de Rape-aXe, se comenzaron a escucha también las primeras voces contrarias a este afilado invento. Sus detractores lo tienen muy claro:

  • Rape-Axe deposita en la mujer la responsabilidad de defenderse de la violación, en lugar de analizar sus causas para prevenir. No soluciona el problema y  además culpabiliza a la víctima.
  • Se centra de manera exclusiva en la penetración vaginal, sin reparar en otras formas de violencia sexual (incluyendo la penetración oral o anal).
  • Muchos ven en Rape-Axe una invención médica para tratar un problema social.
  • Solo actúa cuando la penetración ya ha ocurrido. No evita la violación sino que se limita a acortar su duración.
  • Un daño colateral previsible son las represalias que el agresor pueda tomar contra la víctima, dejándola expuesta a más violencia.

Otras opiniones adversas aseguran que es una solución ‘medieval’. “Una solución medieval para un acto medieval” responde contundente la doctora.

Personalmente no creo que sea la solución ideal, pero ¿a alguien se le ocurre alguna mejor? Como victimas potenciales de agresiones sexuales, las mujeres no deberíamos asegurarnos de casa con el condón puesto en caso de que algún desgraciado nos viole. Menudo sin vivir y qué injusto. La responsabilidad no ha de caer en las víctimas, sino en los agresores, y en esta sociedad muchas veces impune con violadores que no hace sino mirar hacia otro lado.

Independientemente del lado en el que sus conciencias se posicionen, Rape-Axe supone un paso para aplacar este mal social en todo el mundo, especialmente desolador en Sudáfrica, país en el que según reza un informe del Consejo Médico de Investigación puso de manifiesto en 2009 que el 28% de los hombres encuestados había violado a una mujer o un menor, mientras uno de cada 20 de los entrevistados admitió haber cometido un asalto sexual en el año anterior.

Brindo por Rape-Axe, para que ningún desgraciado vuelva a meter su pene en vagina ajena sin consentimiento.

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