FLORIDA.- Un estudio académico divulgado este viernes encontró un aumento significativo de la publicación en Estados Unidos de imágenes pornográficas explícitas “robadas”, sobre todo de chicas en la etapa final de la adolescencia y “minorías sexuales”.
Estas acciones consisten, a menudo, en una persona que “comparte material sexualmente explícito sin permiso” de la víctima con la que “tiene o tuvo relaciones íntimas”, indica el estudio elaborado por la Universidad Internacional de Florida (FIU).
Los casos de imágenes íntimas robadas que más notoriedad han tenido son los que han afectado a famosos como Scarlett Johannson, Anne Hathaway, Rihana, Miley Cirus o Sofía Vergara, pero el estudio pone al desnudo que el problema no se da solo a ese nivel.
Según el sondeo, una de cada doce personas entrevistadas a nivel nacional afirmó haber sido víctima de “pornografía” sin su conocimiento o consentimiento.
Las víctimas suelen desarrollar un cuadro de depresión, ansiedad e incluso síndrome de desorden de estrés postraumáticos.
Y a medida que crece el envío de imágenes eróticas entre adolescentes y jóvenes por mensajería instantánea, una práctica conocida como “sexting”, el “potencial de la publicación de pornografía sin consentimiento previo” de la víctima aumenta, advirtió Asia Eton, psicóloga de la FIU.
Eton explicó que este estudio es “sólo el primer paso” de una investigación necesaria y más extensa para “determinar el daño que se inflige a la víctimas de la pornografía no consentida”, así como los “motivos y características de los autores” de estas acciones.
Uno de cada veinte entrevistados para el estudio, realizado en colaboración con el Cyber Civil Rights Initiative, admitió “ser uno de los que de hecho compartieron imágenes o vídeo de sexo explícito sin autorización”.
En el estudio realizado a través de internet, que abarcó los 50 estados del país, un 67 % de los que difundieron imágenes pornográficas sin el consentimiento de las víctimas resultaron ser hombres, más de 3.000 de ellos adultos.
La académica explicó que en la última década se ha registrado un incremento drástico por “venganza”, aunque este término resulta muy amplio y vago al sugerir el “intento de hacer daño a alguien” que provocó esa reacción con algún acto.
De hecho, según la organización Cyber Civil Rights Inititative, el término “pornografía por venganza”, aunque se usa con frecuencia, es un “tanto engañoso”.
“Muchos perpetradores no están motivados por la venganza ni por ningún sentimiento personal hacia la víctima”, por lo que el “término más preciso sería pornografía no consentida”, definida como la “distribución de imágenes sexualmente explícitas de personas sin su consentimiento”, según indica este organización sin ánimo de lucro.
Pero las leyes que protegen a las víctimas varían de un estado a otro y los investigadores sostienen que algunas de estas leyes “no van lo suficientemente lejos para proteger a las posibles víctimas”.
En Florida, por ejemplo, agrega el estudio, la ley estatal sobre el acoso cibernético sexual especifica que la pornografía sin consentimiento solo es delito cuando se publica en una web y cuando “se difunde intencionalmente y maliciosamente” con el fin de “causar una angustia emocional sustancial” a la víctima.
Sin embargo, la ley no protege a las víctimas cuyas imágenes fueron “diseminadas por correo electrónico o texto” o simplemente a aquellas personas que “no puede probar que el perpetrador manifestó una intención maliciosa”.
Pese a que la aprobación de una ley de ámbito nacional que “penaliza la pornografía no consentida es una parte importante” de ese problema, “necesitamos también un cambio cultural” a la hora de abordar esta “forma de violencia”, apuntó Eton.
En ese sentido, “los profesionales y el público en general deben dejar de culpar a las víctimas por la difusión de sus imágenes íntimas”, afirmó.
Porque cuando “se viola la confianza”, la única persona a quien se debe culpar es al que difunde estas imágenes, señala el estudio para el que se entrevistó a 3.044 adultos (un 54 % mujeres).