¿Melena sin brillo? Sigue estos consejos y recupéralo
Ni un pelo brillante es el resultado de una conjunción cósmica ni un pelo mate y sin vida una cadena perpetua. El secreto del brillo está en la fibra capilar. Cada pelo del cuero cabelludo está envuelto por escamas superpuestas, como las tejas de un tejado, dicen los expertos.
Cuando esas escamas están bien colocadas una sobre otra forman una superficie lisa y uniforme que refleja la luz. Entonces el pelo brilla.
Si, por el contrario, esas escamas estás abiertas y desorganizadas, el cabello absorbe la luz; en esos casos, su aspecto es mate y sin vida.
Es verdad que el paso del tiempo apaga el brillo natural de la infancia, pero los máximos responsables de esta pérdida somos nosotros y nuestro estilo de vida: mala elección de productos capilares, hábitos incorrectos en el lavado y el uso de fuentes de calor son razones más que suficientes para matar el brillo.
Pero, y ahora te contamos cómo, podemos recuperarlo.
Cada uno en su momento. Después del lavado, un peine de púas anchas para desenredarlo. Y un cepillo de pala ancha y pelo largo de cerda natural para el cabello seco. Seguro que has oído que hay que cepillarlo 100 veces por la noche, pero es un mito. Con 20 pasadas cada vez que sea necesario y mucha suavidad es suficiente para arrastrar los residuos que se van depositando en él a lo largo del día y cerrar las escamas.
¿Cómo te lavas el pelo?
¿Eres de las que utiliza medio envase de champú y para extenderlo masajeas el cuero cabelludo como si albergase un nido de avispas? Mal. Por dos razones: la primera es que es muy difícil arrastrar el exceso de champú de manera que el pelo quedará pesado y apelmazado, dos sensaciones muy desagradables.
Con una dosis del tamaño de una nuez repartida por el pelo completamente húmedo es más que suficiente; y la segunda: si frotas con las uñas, dañaras el cuero cabelludo. En su lugar, masajea suavemente en círculos y con las yemas de los dedos para estimular la circulación sanguínea.
La temperatura importa
Durante el lavado, agua caliente –nunca abrasadora– para que las escamas se abran y los agentes limpiadores actúen; y al final del aclarado, empieza a considerar el sabio consejo de tu peluqueros cuando te pregunta si quieres agua fría y tu siempre dices no: unos segundos de agua fría sellan las escamas, la mejor garantía para un pelo brillante y flexible.
¿Qué champú elegir?
La pregunta del millón si tenemos en cuenta la oferta casi infinita que el mercado nos ofrece. Sin embargo la respuesta es sencilla: elige un champú neutro respetuoso con la fibra capilar aunque lleves coloración en cualquier de sus formas.
Y si tu pelo es demasiado seco, muy graso o extremadamente sensible, sigue los consejos del dermatólogo.
Desenredarlo bien, máximo riesgo
El pelo se es superfrágil cuando está húmedo. Así que desenredarlo a tirones supone una auténtica tortura.
Cuando está húmeda, una fibra capilar es tan elástica que, al tirar de ella, se estira, se ensortija y, en muchas ocasiones, se rompe.
La forma de ahorrarte este espectáculo consiste en cepillar el pelo antes del lavado y, después, envolver el pelo en una toalla para que absorba la humedad y peinarlo con un peine de púas anchas empezando por las puntas. Te resultará más fácil si utilizas un bálsamo acondicionador libre de siliconas.
Es el plan ideal, y en verano, podemos permitirnos ese lujo y librar al pelo del calor que desprenden secadores y planchas, un calor tan intenso que deshidrata y vuelven el pelo quebradizo. Sin embargo, renunciar a unas herramientas que nos dan tantas alegrías es impensable. La solución, en el punto medio, como casi siempre.
Prescindir de ellas cuando se pueda, y cuando no se pueda, proteger el pelo con un protector –formulado para crear una barrera entre el cabello y la fuente de calor– antes de secarlo.
Fuente: vanitatis