Así son el estilo de vida y los modos de relacionarse y disfrutar con otros entre aquellos que no sienten atracción sexual por nadie.
Se ha estado debatiendo desde hace unos años sobre si se debe considerar la asexualidad como la cuarta orientación sexual. Investigaciones de la Universidad de San Diego (EE.UU.) han mostrado que el 15 % de los estadounidenses nacidos entre 1980 y 1990 no practican sexo.
Una encuesta entre 3.000 parejas, realizada simultáneamente en Japón, situó esa proporción en 47 %.
En los últimos años, diversas personalidades –la escritora neozelandesa Keri Hulme, laureada con el premio Broker; el rapero británico Mike Skinner; el guitarrista John Frusciante, de Red Hot Chili Peppers– se han identificado como asexuales.
La cantidad total de quienes se consideran a sí mismos como tales se va acercando en el planeta a los 13 millones de personas, informa el portal TimeOut.
En Europa y EE.UU., el número de comunidades y centros de apoyo social para los asexuales casi ha igualado el de las instituciones que velan por los LGBT, aunque son mucho menos frecuentes los casos de discriminación contra los asexuales, que prácticamente no son condenados por la sociedad.
Asexuales marchan en el centro de Londres (Reino Unido) en 2012. / Tom Morris / wikipedia.org / CC BY-SA 3.0
Normalmente la gente no les cree, puesto que la cultura popular se basa en el sexo casi completamente. Algo que excluye de la opinión popular la existencia de personas que no sienten atracción sexual alguna.
La misión de las asociaciones asexuales consiste no solo en dar a conocer a todo el mundo la existencia de tales humanos, sino también en facilitar los lazos y la comunicación entre ellos.
La asexualidad ha llegado a ser reconocida activamente en varias partes del mundo: se han abierto en el Reino Unido lugares para aquellos que quieran entablar amistad con personas asexuales; hay una cafetería temática en Francia, una empresa de diseño de apartamentos para los asexuales en Japón, e incluso una agencia matrimonial en China.
Los asexuales son personas sanas que no quieren, aunque puedan, tener sexo o ser dependientes de ello, sino que buscan otras formas de intimidad y placer. Igual que el común de los seres humanos, difieren entre sí y se dividen en grupos en función de intereses. TimeOut se centró en la diversidad de los movimientos asexuales y su distinción.
Si usted ve juntos los colores negro, blanco, gris y violeta, está observando la bandera del orgullo asexual, demisexual y gris-asexual. Estos tres movimientos encajan en un solo concepto: rechazo a contactos físicos en las relaciones. En cuanto a distinciones, hay muchos detalles.
Los asexuales son capaces de practicar sexo con fines de reproducción, pero no lo consideran parte de sus relaciones. Los demisexuales lo pueden hacer solo después de construir estrechos vínculos amorosos, puesto que no sienten la atracción sexual primaria, que pasa a depender de la apariencia, ropa y personalidad del objeto de atracción.
Los arrománticos, además de no sentir impulsos sexuales, tampoco conocen la atracción romántica. Si esto último no es así, se llaman asexuales románticos.
Aquellos que sienten atracción romántica hacia otra persona pero no buscan que sea mutua, porque ya disfrutan de esa relación platónica unilateral, se llaman litrománticos. Habitualmente subliman sus emociones en algún tipo de creatividad, labor u otra actividad.
Si usted se pregunta qué hacen tales personas en pareja, la respuesta es sencilla: conversan, van al cine, dan paseos, toman vino, cocinan, discuten libros y otras cosas. Sustituyen la sexualidad con diversos fetiches propios.
Fetiches asexuales:Dacrifilia
Es una forma de obtener placer al ver a otra persona llorar. Anteriormente se consideraba esto como parte de la subcultura BDSM y fue asociado con el sadomasoquismo. Actualmente se extiende a los asexuales, que aseguran que es uno de los aspectos de conexión emocional sin contacto físico. Los videos divulgados entre los aficionados a la dacrifilia son inocentes: habitualmente se trata de episodios de filmes con escenas lacrimógenas.
Para los adeptos a este fetiche, las lágrimas son el grado supremo de emotividad humana y no expresión de aflicción o sufrimiento.
Uno de los últimos métodos de obtener sensaciones placenteras sin contacto se llama Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma (ASMR, por sus siglas en inglés). Se trata de la percepción sutil de sonidos y susurros que generan una reacción corporal en forma de hormigueo, o sensaciones relajantes y placenteras en la parte posterior del cuello.
Los contenidos de ASMR son quizás los más buscados entre todo en lo que se refiere a los fetiches asexuales. Es increíblemente grande la cantidad de blogueros de ambos géneros que hacen dinero grabando sesiones ASMR y desencadenando la pertinente respuesta sensorial.
Voyerismo alimenticio
No tiene nada en común con la pornografía, ni con la telerrealidad cocinera. Se trata de obtener placer al avistar a otra persona comiendo, un fetiche que proviene de Asia. Los videoblogueros que operan en este género en Corea del Sur ya contabilizan 3.500 personas. Normalmente colocan comida en grandes cantidades ante la cámara, la comen mientras transmiten música agradable, cuentan sobre el sabor y comparten impresiones acerca de uno u otro plato.
Tampoco está relacionada esta práctica con la crítica gastronómica: los platos suelen ser mediocres. Lo esencial es seguir los movimientos del bloguero, su cara, reacciones y mímica.
El fetiche consiste en la intimidad del consumo de comida. Hartos de la omnipresencia de escenas sexuales en la cultura popular, los seguidores de la asexualidad se complacen en observar otros tipos de intimidad.