MÉXICO.- La violencia y el estrés crónico podrían derivar en enfermedades crónico-degenerativas como osteoporosis, hipertensión, cáncer, diabetes y obesidad, según un estudio realizado en el Instituto Politécnico Nacional (IPN) de México.
“Cuando se experimenta violencia frecuentemente se genera estrés de manera sostenida y el organismo libera sustancias denominadas catecolaminas y cortisol, lo que se ha vinculado con el desarrollo y recrudecimiento de enfermedades crónico-degenerativas”, detallaron científicos de la institución.
Cindy Rodríguez, investigadora de la Escuela Superior de Medicina del IPN, explicó que cuando alguien ya padece dichas enfermedades y se combinan con el estrés “la evolución de la afección es más grave o con mayores secuelas”.
El proyecto multidisciplinario trata de descifrar cómo las catecolaminas, que son los neurotransmisores del sistema nervioso, regulan las emociones, las reacciones al ambiente cuando hay estrés y las afecciones crónico-degenerativas.
Según el estudio, la violencia es uno de los factores que causan estrés, lo que “provoca que el organismo esté en nivel de alerta y se produzca desgaste en los mecanismos que regulan el comportamiento celular”, señaló la investigadora Laura Martínez Rodríguez.
En este estudio fueron incluidos pacientes con cáncer de mama en las que se comprobó que las mujeres con esta enfermedad que sufren de estrés crónico, depresión y ansiedad desarrollan tumores más agresivos, de mayor tamaño y, en algunos casos, resistencia a la quimioterapia, lo que complica la patología.
En la investigación participaron también mujeres que padecen cáncer de mama e hipertensión y toman fármacos betabloqueadores, los cuales actúan como inhibidores del estrés.
Los especialistas comprobaron que quienes toman los fármacos tienen mejor densidad mineral ósea y menor riesgo de sufrir osteoporosis que quienes sufren la neoplasia y estrés y no los toman.
La investigación también reveló que el efecto del estrés en personas con osteoporosis produce exceso de norepinefrina, lo que rompe el equilibrio entre las células llamadas osteoclastos y osteoblastos, lo cual deteriora más rápido la matriz ósea y no se regeneran adecuadamente los huesos.
Además, los investigadores explicaron que el estrés y los pensamientos fatalistas influyen en el incremento de los niveles de epinefrina y norepinefrina, y esto propicia que el tratamiento sea más difícil.
En el estudio también se hicieron pruebas con ratones con estrés crónico, en los que observaron que se alteraba la norepinefrina, la cual disminuye la capacidad de producir ácidos grasos, lo que favorece el desarrollo de la obesidad.
“Por ello no descartamos que los altos niveles de violencia que existen en México tengan estrecha relación con el índice de obesidad”, señaló Martínez Rodríguez.