La vida del pequeño Jon no siempre fue color de rosas. Sus papás lo abandonaron al nacer, a causa de una enfermedad genética. Desde pequeño, él tuvo que soportar muchas burlas durante su infancia. Pero, un día todo cambió… Aquel día Jon conoció a su ángel de la guarda.
Anny, la madre de Jon, tuvo un embarazo sin complicaciones. Sin embargo, al dar a luz, los médicos le comunicaron que su bebé había nacido con Síndrome de Treacher Collins, una enfermedad genética caracterizada por deformidades craneofaciales.
La mamá no reaccionó bien al conocer a su bebé, quien, valga decirlo, no tuvo culpa alguna de nacer así. Apenas lo sostuvo en brazos, llamándolo «engendro», lo rechazó, y le pidió a una enfermera que se lo llevara bien lejos. Lo peor es que el padre pidió lo mismo, sin siquiera dignarse a verlo.
Jon fue abandonado en el hospital donde nació, por lo que, poco después, fue trasladado a un orfanato. Allí pasó los primeros años de su vida, sufriendo las burlas de los demás, a causa de su apariencia. ¡Incluso, intentó quitarse la vida varias veces! Nadie quería adoptar a un pequeño deforme. Sin embargo, cuando parecía que había ya tocado el fondo, su destino estaba a punto de cambiar…
Un millonario filántropo estaba visitando el orfanato por funciones de caridad. Cosas del destino o no, pero sus caminos se crusaron. Después de conocerse un poco, el hombre le preguntó al muchacho si este quería ser su hijo, y él, muy contento, aceptó la propuesta.
¡Jon no pudo haber tenido un mejor padre! Siguiendo los pasos de su mentor, el joven, quien ahora tiene 30 años de edad, ha decidido dedicar su herencia a ayudar a otras personas que padecen su mismo síndrome, mediante el pago de tratamientos y terapias.
Y no solo eso. Jon se ha tomado muy en serio dar charlas y clases acerca de esta enfermedad, para que el mundo la conozca, comprenda y acepte. ¡Después de todo, todos tenemos derecho a la vida y a la felicidad!