Es una hortaliza muy energética, aconsejada en casos de anemia, enfermedades de la sangre y convalecencia, debido a su alto contenido en hierro. También es rica en azúcares, vitaminas C y B, potasio y carotenos.
Es laxante, por lo que combate el estreñimiento y las molestas hemorroides. También es un buen remedio para mejorar la función hepática y para las infecciones en la vejiga urinaria.
En relación con los minerales, es una hortaliza rica en yodo, sodio y potasio. Están presentes en menor cantidad, el magnesio, el fósforo y el calcio. El calcio de la remolacha no se asimila como el que procede de los lácteos u otros alimentos que son fuente importante de este mineral. En sus hojas abunda el beta-caroteno y minerales como el hierro y el calcio.
Se puede comer en ensaladas o cocida, pero mantiene mejor las propiedades cuando está cruda, si la cueces, hazlo con la piel, y se la quitas después, no es aconsejable comprarla envasada pues ha perdido gran parte de sus propiedades curativas. Su uso principal se da en ensaladas, aunque también puede tomarse sola, con ajo o cebolla y aliñada con un poco de aceite, sal y vinagre.
Para consumirla cruda, se suele rallar y aliñar con un poco de aceite y limón, pero resulta más digerible si se ha cocido. Si se prefiere, se pueden hacer asadas. Para ello sólo hay que introducirlas en el horno y no sacarlas hasta que estén tiernas. Cocinadas de esta forma, las remolachas conservan casi intactas todas sus propiedades. Asimismo, las hojas de este vegetal se pueden aprovechar, cocidas y condimentadas como si fueran espinacas.
Existen muchas maneras de consumir la remolacha, y una de las maneras más sencillas y deliciosas es mediante la elaboración de jugos.
El jugo de remolacha se puede conservar durante algunas horas en el refrigerador o por varios días si se coloca en el congelador. Lo importante es tomar el hábito de consumir remolacha,, ya sea en forma de jugo, en ensaladas, o cualquier otra forma para aprovechar los amplios beneficios que tiene para la salud.